05-06-2022

Los incendios forestales forman parte de la ecología del paisaje y de los procesos naturales. No obstante, su antropización está elevándolos a un problema ambiental de primera magnitud agravados por el cambio climático y unas políticas de gestión forestales muy deficitarias.

El fuego arrasa el patrimonio forestal y es una amenaza para las vidas, también humanas. Quienes combaten el fuego no son seres mágicos del bosque, sino profesionales con vocación de servicio público. Hijos, hermanas, padres y maridos, leyendas vivas de carne y hueso que regresan a casa con las manos manchadas de negro y la dignidad del servicio público en

sus miradas. Pulmones llenos de humo que se cicatrizan con la satisfacción del trabajo bien hecho. Hay que nacer bombero forestal de corazón, acompañado de destreza, voluntad y dedicación. Su respuesta acompasada salva la vida de miles de seres vivos, seres que ni siquiera imaginamos que existen.

Mirar a un bombero forestal a los ojos es ver la mirada de la fuerza imperecedera de quien tiene en sus manos la responsabilidad de salvar vidas y a la espalda el futuro del planeta. Confiamos ciegamente en sus capacidades sin preguntarles si aún les quedan fuerzas.  Fuerzas para combatir el fuego y fuerzas para luchar por sus derechos. Su aliento, es el aliento de la esperanza. Pero desde la administración andaluza parecen empeñados en robarles hasta la respiración.

El alto riesgo de incendios forestales comienza el 1 de junio y se extiende hasta el 15 de octubre. En este periodo del año 2021 el INFOCA atendió 748 actuaciones forestales y 189 incendios con una superficie quemada de 12.934 hectáreas. En esa destrucción, lamentamos profundamente la perdida de la vida de Carlos Martínez. Un bombero Forestal con 44 años y 6 campañas de extinción a sus espaldas. Pertenecía al colectivo de precarizados que solo trabajan 4 meses al año. Su perdida desgarradora volvía abrir viejas heridas. Carlos ya no podrá contar su experiencia vital, pero si lo pueden hacer los centenares de compañeros y compañeras precarizados que este año vuelven al alto riesgo una campaña más, sabiendo que en octubre volverán a engrosar las listas del paro. Ojalá esta campaña no tengamos que lamentar más vidas. Ojalá ni si quieran tuviéramos que ver un solo incendio. Pero sabemos que no será así. Se espera un verano muy complicado. Y aquellos que tenemos a seres queridos entre la primera línea de fuego solo deseamos volver a abrazarlos.

Ojalá entendieran, de una vez por todos, los Gobierno de turno que no se puede jugar con la vida de los bomberos forestales. Que no se puede prometer derecho laborales y mejoras para luego no cumplir con ellas. Porque de otra forma, sólo estamos fomentando el desapego por la política y la falta de honestidad como característica principal de quién se ocupa en ella.

Para poner en contexto quienes son los bomberos forestales es necesario explicar que estos forman parte del conocido dispositivo INFOCA. Un entramado complejo y coordinado de medios personales y medios materiales operativos para emergencias, prevención y extinción de incendios.  198 puestos fijos de vigilancia, 23 Centros de Defensa Forestal, 16 nodrizas, 101 camiones pesados de extinción, 28 helicópteros, 13 aviones, 3 Bases de Brigadas Especialistas, 1.883 especialistas en extinción, 132 profesionales BRICAS, 484 conductores de vehículos, 120 técnicos de operaciones, 731 emisoristas, vigilantes, más otros profesionales de logística y administración.  Un total de 3.530 profesionales de la extinción y prevención en Andalucía para cubrir 4,6 millones de hectáreas de superficie forestal. Un equipo incompleto pese a los números grandilocuentes. No llegan a realizar el trabajo de prevención necesario para evitar los grandes incendios, porque al terminar el periodo de alto riesgo hasta 700 personas son despedidas y devueltas a ganarse la vida en otras profesionales. 

La falta de efectivos para luchar contra el fuego y realizar las tareas de prevención durante todo el año es un calamidad anunciada y denunciada. Lo más gravoso de la situación es que, se sabe que la prevención es la mejor herramienta de lucha contra los incendios. Pero los Gobierno prefieren apagar los fuegos a prevenirlos. Porque no están dispuestos a soportar el coste económico de mantener al dispositivo INFOCA completo todo el año. Como si el coste ambiental y ecológico de la perdida de bosques centenarios y biodiversidad de alto valor ambiental no tuviera importancia. Como si el coste de vidas humanas pudiera ser soportable. Según datos del Ministerio de Agricultura en el periodo comprendido entre 1991 y 2015 fallecieron en España 147 profesionales de la extinción, un 35% en accidente aéreo y un 38% atrapados en los incendios. No son cifras, eran personas que un día salieron de sus casas y ya no volvieron cumpliendo con su trabajo.

Lo penoso de la situación es que se conoce a ciencia cierta que la prevención es la mejor herramienta para reducir los factores de riesgo que inducen a formarse grandes incendios como el de Sierra Bermeja, más virulentos, más intensos y menos controlables. Esos que arrasan y destruyen vidas sin parpadear. Es evidente que la falta de personal del dispositivo pone en riesgo la vida de los profesionales y la propia efectividad en la lucha contra los incendios.

Que tengamos a los bomberos forestales en pie de guerra no es una buena noticia. Primero porque implica que siguen igual de quemados con condiciones laborales indignas y segundo, porque van a ir a primera linera de fuego sintiéndose maltratados y ninguneados, pese a su enrome sacrificio.

En realidad, razones no le faltan para levantarse en Huelga y luchar por lo que les pertenece de pleno derecho.  El Gobierno de Moreno Bonilla se niega a negociar con seriedad la renovación del convenio colectivo sin vigor desde enero del 2021 e insiste en cercenar el derecho legítimo a la recuperación de la antigüedad y a la indispensable estabilización laboral del INFOCA y de la platilla al completo de AMAYA (la Agencia de Medio ambiente y Agua de la que depende el dispositivo de prevención y extinción de incendios).

Y el lio no se ha hecho esperar. Porque en plena campaña electoral de las elecciones andaluzas el dispositivo estrella del Gobierno Andaluz del que alardean obscenamente en un intento de utilización electoral ha convocado movilizaciones, una huelga y una acampada al estilo 15M impulsada por CGT, SIBFI y SAT y las asociaciones Movimiento INFOCA y ATILA para reivindicar la dignificación de los profesionales y el reconocimiento de derechos laborales lícitos. Entre tanto, el Gobierno de Moreno Bonilla maniobra para evitar que el cuerpo de amarillo se les revele en plena campaña electoral del 19J. Entre sus artilugios, convocar el pasado 27 de mayo, una mesa exprés de negación del convenio colectivo. Mesa a la que se han negado a acudir el sindicato mayoritario de CGT, además de UGT y CCOO. Denunciando públicamente que son absolutamente falsas las intenciones de negociación y la reunión convocada responde a la necesidad del Partido Popular de apagar el incendio en el seno del INFOCA y de AMAYA. Acusan a Carmen Crespo, titular de la Consejería de Agricultura de la que depende el INFOCA de mentir, al decir que se está negociando desde hace seis meses cuando no hay “verdadera voluntad de negociar”. Hace seis meses se envió a las secciones sindicales un documento que son lentejas.

Sin embargo, el problema no está solo en el Convenio Colectivo, sino en la falta de respeto al compromiso, además de, al cumplimiento de la legalidad. El Gobierno de Moreno Bonilla utiliza el modelo que criticaba de Susana Diaz. La temporalidad y precarización, apostando de nuevo por contrataciones de personal fijo discontinuo solo para la temporada de alto riesgo de incendios. Una práctica contraria a la imprescindible estabilización de la plantilla y la reciente reforma laboral que pretende eliminar la temporalidad en los trabajos. De nuevo en primera línea de fuego precarios bomberos forestales más preocupados por dar de comer a sus familias que por sus propias vidas.

Por otra parte, la indignación del personal del INFOCA es aún mayor, al considerar que la actitud de la actual consejera de Agricultura es totalmente diferente a la que mantenía cuando estaba en la oposición. De lo cual doy fé en primera persona cuando era portavoz en la Comisión de Medioambiente del Parlamento de Andalucía y ambas participábamos en los debates parlamentarios. Cuatro años para ejecutar lo prometido y cuatro años de profundo engaño y mentiras. Comprendo el enfado de los bomberos forestales y lo comparto.

Las palabras huecas, las consignas políticas vacías y los compromisos en saco roto duelen más cuando te juegas la vida. Los bomberos Forestales se van a la huelga el 1 de junio y con mucha razón, reivindicando condiciones laborales dignas y derechos que les corresponden por ley. Un dispositivo INFOCA completo al 100% los 12 meses del año, la recuperación de la antigüedad, el impulso a las jubilaciones parciales, la aplicación de los coeficientes reductores, la aprobación del estatuto del Bombero Forestal y el rechazo más absoluto a los intentos de privatización y externalización del dispositivo. El hartazgo ante los intentos de manipular la realidad va a llevar a nuestros héroes quemados a plantarse ante San Telmo y al estilo Acampada 15M reivindicar su derecho a dar su vida a cambio de derechos laborales dignos.

Aclamamos su extraordinaria labor sin entender que los eventuales (los que solo trabajan en la campaña de incendios 4 meses) para apagar los fuegos sacrifican sus vidas lejos de familia y fuera de sus casas. Son los precarios eventuales que pueden pasar décadas esperando que las ofertas de empleo público cumplan con las promesas de los políticos y los estabilicen de una vez por todas. Y mientras la indignación de los Bomberos Forestales sigue creciendo, porque la realidad contrasta con las palabras. La Oferta de Empleo Público anunciada en 2021 por el gobierno andaluz de «Estabilización» es en la práctica un coladero que pone en peligro el puesto de trabajo de más de 700 profesionales del INFOCA eventuales que trabajan de forma ininterrumpida, en ocasiones desde hace más de 15 años en las campañas de incendios.  AMAYA está elaborando las bases de la convocatoria de la OPE, sin contar con la participación sindical. Por lo que se aguarda el texto con expectación, tanta como el silencio atronador, que durante seis meses ha guardado la dirección de AMAYA al respecto. Lo que más enfada es que el Tribunal Supremo ya sentó jurisprudencia al respecto, pero lejos de acatar sus directrices la dirección de AMAYA sigue empeñada en expulsar a los eventuales que llevan repetidas campañas en la extinción de incendios y cuentan con capacitación, formación y experiencia.

La lucha se presenta larga en esta nueva etapa de reivindicaciones, la CGT ha interpuesto un recurso administrativo ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) por establecer unos servicios mínimos para la huelga del 1 de junio que consideran “abusivos”. Denuncian que el Gobierno andaluz ha designado como servicios mínimos al 100% del personal del dispositivo INFOCA aerotransportado y al 80% del total del operativo INFOCA, impidiendo el ejercicio de un derecho fundamental, el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses. Por otra parte, también la CGT denuncia que unido a los servicios mínimos, la Agencia “ha programado cursos y acreditaciones obligatorias para el personal que cubre el dispositivo de extinción durante la campaña de alto riesgo, pretendiendo condicionar y dificultar así la participación en la huelga”. Es decir, el Gobierno Andaluz está trabajado firmemente para desarticular las protestas y evitar que los profesionales puedan ejercer su derecho con artimañas de los más variopintas. Así es como se las gastan los Gobiernos que no creen en la democracia plena, coartando derechos.

Los tambores de guerra invitan a unirse a las reivindicaciones justas, porque los derechos no se negocian, se defienden y se conquistan. El cheque de credibilidad del Gobierno Andaluz y de la Dirección de AMAYA ha caducado tras cuatro años de legislatura sin voluntad negociadora y con claros pasos hacía la externalización y privatización del dispositivo INFOCA. Ni las buenas palabras de Moreno Bonilla, ni las visitas de la consejera Crespo a los Centros de Defensa Forestal podrán calmar las protestas de los bomberos forestales quemados. Y con toda la razón del mundo. Los lanzan a las llamas pidiendo que den su vida a cambio de salarios de mierda (a penas mileuristas) y contratos de 4 meses. Son pisoteados y ninguneados. Sufren condiciones de penosidad, turnicidad, nocturnidad, peligrosidad y toxicidad sin que se les reconozca su esfuerzo. Los aplausos y las palmaditas en las espaldas no les dan de comer a sus familias ni dignifican su trabajo.

Por otra parte, el desmantelamiento progresivo del INFOCA es demasiado evidente: Bonilla tiene el convenio colectivo fuera de vigor desde hace año y medio, sigue sin contratar a personal fijo, apuesta por mantener la temporalidad para el alto riesgo, no respeta la antigüedad que deberían cobrar quienes llevan numerosas temporadas en el servicio de prevención y extinción; no se tramitan las jubilaciones ni se garantiza la segunda actividad, además de la falta inequívoca de voluntad negociadora. Todo ello está mermando derechos fundamentales y alimentando el miedo a la externalización y privatización tal y como recomendó el informe de auditoría encargado por el ejecutivo de Moreno Bonilla.

Lo que está muy claro es que los bomberos forestales no van a renunciar a demandas históricas básicas como son recuperación de la antigüedad y la estabilidad laboral de toda la plantilla. No son héroes. Son profesionales que dan el 100% por proteger el paisaje de nuestros nietos y se merecen ser tratados como tales.  Si los Bomberos forestales se ponen en huelga reivindicando derechos laborales dignos, Andalucía debe respaldarlos.  Si los bomberos forestales dan su vida por proteger nuestra vida, los andaluces y andaluzas le damos nuestras voces para reproducir sus demandas. Si cada vez que saltan las llamas piensas en el cuerpo de amarillo y rezas para que aparezcan los camiones y helicópteros lo antes posible, únete a las brigadas de la vida y defiende sus derechos.

Los bomberos forestales son, ante todo, servidores públicos, profesionales que protegen los bosques de nuestro futuro con su vida. Nuestra confianza ciega en su profesionalidad, vocación y entrega debe ser correspondida. En la primera linera de fuego no podemos ayudarles a cavar más fuerte, a llegar más rápido, a conducir los camiones por caminos impracticables…en eso están solos con su experiencia. Pero si podemos acompañarlos como ciudadanía solidaridad y cooperativa en su lucha por trabajar dignamente. Sus luchas son nuestras luchas. Los bomberos forestales ponen el alma para defender a su patria, Andalucía y a sus gentes. Bomberos cuya pasión también es su sacrificio. Ahora no podemos fallarles.

Mi gratitud más sincera y absoluta a todas aquellas almas que dejan su vida por proteger las vidas de otros seres vivos.

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