22-05-2022
Las feas no pueden comer jamón ibérico. Suena cruel, discriminatorio y vejatorio. Pero tremendamente realista.
Comienzo pidiendo disculpas a quien o quienes puedan sentirse afectadas o interpeladas. Lo escribo en primera persona desde el conocimiento del sentimiento de “fea.” Que no es más que una injuria social para calificar a todas aquellas personas que desbordan los estándares normalizados de la belleza. El titular del artículo es provocativo, sexista y discriminatorio. Un intento atrevido de llamar la atención sobre la cosificación de la mujer y sus cuerpos, nuestros cuerpos. Un intento de llamar la atención sobre la mercantilización de la vida y la utilización de los cuerpos de la mujer como instrumentos al servicio del capital y del sistema patriarcal. La cosificación de la mujer es un hecho deshumanizante. Nos reduce a objetos no pensantes a disposición de ser utilizadas cuando y como convenga. Otra forma de violencia sobre la mujer, además normalizada.
¿Qué es ser fea? -No cumplir con las normas impuestas: joven, atractiva, delgada y seductora. Ser “fea” es un estigma que se manifiesta con comportamientos y actitudes discriminatorias. Ser fea es no medir 1,80 cm, y no tener las medidas de 90, 60, 90 cm. Ser fea es no tener cuerpos perfectos. Ser fea es tener cicatrices, flacidez, estrías y celulitis. No tener los dientes alineados. Ser fea es
envejecer. En definitiva, ser fea es ser diferente a blanca, europea, joven y delgada. Ser humanas es ser feas. Se nos humilla, infravalora, ridiculiza, y margina por no ajustarnos a las “normas”. La tiranía de la estética que no ve más allá de lo superficial, y nos oprime y asfixia. Esta segregación la sufrimos las mujeres, sometidas a la opresión del sistema patriarcal. El cual exige mujeres de belleza física excepcional. Además, podemos ser racializadas, si pertenecemos a etnias, culturas, religiones o razas minoritarias. Ya lo decía Virginia Wolf, “el sistema patriarcal se ha encargado de reproducir un único ideal de belleza femenina, de modo que todo lo que se salga de este, se castiga”. Unos prejuicios que no solo afectan a la hora de encontrar trabajo (las guapas tienen más posibilidades), sino a la capacidad para encontrar una pareja y una vida digna. Para las feas encontrar pareja se puede volver una odisea, como la de Homero.
¿Quién de nosotras no ha sucumbido al menos una vez en su vida a la presión social de la dieta o a tratamientos de belleza para intentar ser aceptada socialmente? Nosotras somos nuestras propias tiranas. Al interiorizar la ideología patriarcal y pensar que tenemos que modificar nuestra apariencia para ser aceptadas. En palabras de Wolf “la belleza se ha convertido en el mejor aliado del sistema patriarcal en las sociedades actuales al establecerse como el método más poderoso para mantener la subordinación femenina y la dominación masculina sobre la mujer”
Eso de que hay parejas muy diversas es cierto, pero esconde una gran perversidad. Los guapos se emparejan con guapas, los feos con feas. Así, si las y los guapos son el Jamón Ibérico 100% de bellota, las y los feos son Chóped. Existe una teoría maligna que dice que las feas no pueden comer Jamón Ibérico 100% de bellota. Y si lo cata, únicamente será para olerlo.
El amor y la atracción son fenómenos sociológicos complejos en los que intervienen diversas variables y factores. En todos los casos, las personas queremos ser amadas, respetadas y valoradas. No obstante, para que esto ocurra, debemos empezar por valorarnos a nosotras mismas, y empezar a deconstruir los salvajes relatos como que “Las feas no pueden comer Jamón Ibérico”. Quizás es que estemos catalogando como Jamón de bellota 100% ibérico, lo que en realidad es Jamón de cebo ibérico o chóped. O quizá es que es un sacrilegio el simple hecho de calificar a las personas por etiquetas como si fuéramos mercancía. Porque el Jamón Ibérico 100% de bellota no solamente tiene que pesar más de 5,75Kg y tener una forma bonita, sino que además debe haber permanecido al menos 60 días en montanera comiendo bellota para que sus ácidos grasos y valores nutricionales sean realmente únicos. Por fuera, un Jamón de cebo Ibérico y un Jamón Ibérico 100% de bellota, sin etiqueta, pueden parecer iguales. Solo sabes cuál es cuál cuando lo pruebas, abres su interior y dejas fluir los sentidos. Entonces, puede que estemos catalogando como ibérico lo que no llega a Cebo, si escudriñamos en su interior y carece de valores importantes.
Somos imbéciles. Nos dejamos arrastras por los estereotipos y cánones de belleza perversos. Nos preocupa tener una talla grande o arrugas, pero no nos preocupa ignorar quién es Karl Marx, los postulados de Virginia Woolf o saber que Marie Curie atesora dos premios Nobel en Física y Química. Nos atormenta tener estrías y celulitis, pero no nos preocupa no haber leído El Quijote de Cervantes, La casa de Bernarda Alba de García Lorca o Rimas de Bécquer.
Vivimos en una sociedad que aborrece las actitudes machistas, racistas o xenófobas, pero que normaliza; la gordofobia, la discriminación que se ejerce sobre las personas gordas por el hecho de serlo; la cacofobia o el miedo a la fealdad, a las personas feas, incluso a ser feos nosotros mismos y fomenta el aspectismo, el prejuicio contra lo poco atractivo. La doble moral o doble rasero destruye a las personas. Una destrucción muy arraigada desde la infancia y la adolescencia. Cuando sufrimos episodios más intensos de discriminación y segregación. El entorno social y los medios de comunicación tienen importantes repercusiones sobre la salud mental y psicológica de las personas. Por su parte, los medios de comunicación marcan las pautas necesarias para alcanzar una imagen ideal y las fórmulas para conseguir “ser felices”; como la delgadez o el atractivo sexual. El cuerpo de la mujer, nuestro cuerpo se convierte en un recurso u objeto con el que publicitar todo tipo de productos. Nuestro cuerpo se convierte en instrumento para fomentar el consumismo. La mujer al servicio del capitalismo. Nuestro cuerpo es una cosa al servicio de la sexualidad. Desde etapas infantiles internalizamos las “normas de belleza” que marcaran el comportamiento social en las etapas adultas. Las mujeres “perfectas” que se muestran en medios de comunicación y redes sociales no son reales o no mayoritarias. Los filtros, los retoques o el Photoshop hacen milagros con algunos cuerpos, y estragos con las mentes que se creen lo que ven. Una profunda insatisfacción recorre las vidas de miles de mujeres que rechazan sus cuerpos, nuestros cuerpos. Queremos ser más guapas, más jóvenes, más atractivas, más atrayentes. Así nos convertimos en esperpentos de personas infelices, atravesadas por el infructuoso deseo de sentirnos deseadas. ¿Y por qué no deseamos ser más cultas, más inteligentes, más humanas o más honestas? ¿Por qué nos frustramos por no alcanzar los estándares de belleza normalizados y no, por no alcanzar un desarrollo personal e intelectual adecuado?
Nunca seremos “suficiente”. Suficientemente guapas, delgadas o jóvenes. ¿y qué hay de sentirse suficientemente inteligentes, empáticas o cultas. ¿Será que pensar más, leer más y tener más conocimientos nos hace libres y eso no es nada interesante para el sistema patriarcal? ¡Rebelémonos contra la tiranía de la normalización de la belleza! En la naturaleza la biodiversidad es una virtud. A mayor diversidad, mayor riqueza. En la Humanidad, la diversidad ha sido perseguida y castigada. El sistema patriarcal nos quiere calladas, sumisas y preocupadas por cultivar el cuerpo, pero no la mente y el alma.
Nos volvemos tiranas. Con nosotras mismas y las demás mujeres. Ejerciendo presión e impulsando el fenómeno del mobbing o acoso hacía la diferente. Actitudes que pueden derivar en problemas graves de inseguridades y autoestima. El cuerpo femenino se somete a un juicio público y de valor constante, asemejando lo que “vale tu cuerpo “a lo que “vales como persona”. Considerando un fracaso, no cumplir con las normas de belleza que se castiga socialmente con el rechazo y con el auto rechazo. Nada es inocuo. La estigmatización de los “cuerpos no perfectos”, la desvalorización o desprecio hacia otras riquezas como la de poseer valores humanos, inteligencia, cultura o conocimiento son formas de opresión patriarcal perversa.
La estigmatización de los “cuerpos”, nuestros cuerpos, nos lleva a odiar la propia existencia. Inseguridades que pueden verse impulsadas, incluso por las personas que más nos quieren. Hay palabras que, aun no pronunciándose a propósito de inducir dolor, provocan un profundo daño estructural. Que induce a pensamientos rumiante de “No soy suficiente”, “Soy un despojo humano”, “Soy una gorda” “Soy una fea horrible”. Etc.- Pensamientos que autodestruyen y transforman la existencia en una tortura. Es difícil entender el problema que supone para una mujer “fea” acontecimientos rutinarios como comprar ropa, ir a eventos, fiesta o a la playa, etc. Cuando te sientes mal contigo misma, todo es una contrariedad. Problemas severos de autoestima e inseguridades que pueden derivar en trastornos psicológicos severos. Distorsiones perceptivas del aspecto corporal (Contrera, 2013) o según Quirós (2019) trastornos del estado de ánimo, principalmente afectivo y depresivo.
¡Imaginad, lo que supone, con este tremendo panorama, intentar encontrar pareja! La normatividad estética funciona como un obstáculo para experimentar relaciones con personas que tengan diferentes cuerpos. Discrimina a las personas fuera de la normalización estética, impidiendo relaciones afectivas sexuales. Los datos no juegan a favor de las “feas” o no ajustadas a la norma. El 80% de las mujeres competimos por un 20% de los hombres más atractivos. Tenemos una competencia feroz entre nosotras. Piñeyro (2016) expone que nos atraen física y sexualmente determinadas personas debido al constructo social basado en los cuerpos que consideramos bellos. Por lo que las “feas” carecemos de oportunidades reales para romper la brecha sexual o de atracción. El estudio realizado por Andrew Kortina y Namrata Patel revela que aplicaciones de contactos como Tinder presentan coeficiente de Gini –una herramienta utilizada para medir la desigualdad dentro de una población–de 0,58, lo que supone una mayor desigualdad que el 95% de las economías mundiales. Es decir, los datos revelan una brutal desigualad que deja fuera a las personas más diversas y menos adaptadas a los estándares normalizados de belleza. Puedes tener tres másteres, varios premios profesionales y sobresalir por tus valores humanos, pero si tienes una belleza rara o poco habitual, tus posibilidades de encontrar pareja disminuyen drásticamente. Usando el símil de la comida y observando la realidad podríamos decir que si eres “chóped” no puedes comer “Jamón Ibérico”. ¿Y quién dice si eres “chóped” o “Jamón Ibérico”? - ¿La tirana normalización de la belleza?
¿Es tan terriblemente malo querer sentirse simplemente persona? ¿Vamos a prestar atención a lo importante, al alma, a los valores a y las emociones de las personas? ¿Dejaremos algún día de ser nuestras peores enemigas? ¿Dejaremos de atormentarnos por no cumplir con los estereotipos estéticos?
Los feminismos están haciendo un trabajo impresionante para reivindicar que no hay mujeres feas, gordas, ni delgadas, ni fuera de los cánones estandarizados. En oposición a los ideales de belleza surgen grupos de resistencia de feministas que luchan por derribar estos ideales y por promover la diversidad corporal (Amaral y Freitas, 2020). El movimiento Body Positive o la comunidad de mujeres curvy se han convertido en modelos de referencia para las mujeres cuyos cánones no encajan en las mentes estrechas. Movimientos que surgen en contestación a los desafíos de los ideales de belleza. Defendiendo la diversidad de cuerpos y promoviendo el control sobre el propio cuerpo.
Que cada persona es única, especial y sensacional es una verdad universal. Que somos cuerpos, almas y espíritus libres, también debería serlo. Los feminismos están poniendo sobre la mesa la obviedad de apreciar a las personas por sus valores humanos. Como seres complejos, con inteligencia emocional, intelecto, valores humanos o culturales. Elementos indiscutibles, pero tremendamente cuestionados en la sociedad superficialidad y desposeída de alma en la que nos hemos convertido. Donde eres “chóped” o “Jamón Ibérico” en función de un simple cuerpo físico que tarde o temprano acaba muriendo. No seamos tan idiotas de seguir alimentando al siniestro sistema.
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