03-07-2022
El homo habilis es considerado el primer humano que surgió en África hace 200.000 años. Todos los humanos que habitamos el planeta tierra hoy somos en origen genético de la misma familia africana. Los 7.600 millones de humanos de la Tierra nos diferenciamos genéticamente en apenas un 0,1 por ciento. Es decir, la diferencia genética entre blancos, negros o asiático es ínfima.
Podríamos decir que no existen razas humanas en el sentido estrictamente biológico. Algo que no deberíamos olvidar en un momento donde hay humanos que se consideran superiores a otros por su lugar de nacimiento, raza, etnia, religión o color de piel, sobre la base de los prejuicios y la ignorancia. Todos los seres humanos somos iguales en un 99,9%. El dogma de la desigualdad entre personas y de las razas se cae en peso.
No obstante, tienen una base histórica. Las políticas imperialistas y raciales de finales del siglo XIX y XX sostenían que la selección natural darwiniana y la competencia entre la especie garantizaba que solo los seres mejor adaptados sobrevivieran. Mejorando la especie. Hoy sabemos que esto no es cierto y que, en la evolución, junto con la selección natural, hubo otros factores indispensables como la cooperación y la solidaridad intraespecífica. Claves para el desarrollo del género Homo hace 2,5 millones de años. Es decir, hoy somos lo que somos gracias a la cooperación y la solidaridad entre humanos. A diferencia de lo se promueve desde los sectores más reaccionarios, la competencia feroz inter e intraespecífica nos debilita como especie y sociedad, únicamente cooperado entre sí somos más fuertes. La idea de “sálvese quien pueda” no favorece a las mayorías sociales, sino a una minoría que quiere eliminar “competidores”. Es decir, esta forma de pensar, es contraria a la evolución de la propia especie y dificulta las relaciones básicas para la convivencia en paz. Reconociendo además que sin la cooperación entre especies diferentes o las conocidas relaciones mutualistas no podríamos sobrevivir. Véase las bacterias intestinales que nos ayudan a digerir los alimentos. Ellas no pueden vivir sin los humanos, y los humanos no podemos vivir sin ellas.
Los hechos expuestos evidencian que los seres humanos somos casi idénticos, que los sentimientos de supremacía, colonialismo, nacionalismo xenófobo y racismo son tremendamente irracionales e ilógicos desde el punto de vista biológico, ya no solamente sociológico o ético. No obstante, la plaga del racismo y sus manifestaciones odiosas en todos los planos de la vida social y política siguen visibilizándose.
No hay seres humanos ilegales o indignos. Lo que hay son mentes retrógradas e ignorantes. Frente al racismo, la tolerancia como la base de una sociedad civil en paz. Frente a la intransigencia cultural y los fundamentalismos del nacionalismo totalitario, la solidaridad. Sin embargo, la solidaridad y la tolerancia suenan a utopía en un mundo donde el penúltimo odia al último, y no al primero, que es quien le arrebata toda posibilidad de vida digna. En este contexto, la diversidad de culturas se percibe como un obstáculo y una justificación para la violación de los Derechos Humanos. Pese a existir un amplio marco legislativo tendente a eliminar el racismo, este no ha dejado de existir, sino que se acrecienta a medida que encuentra acomodo en los discursos políticos del odio, anidados fundamentalmente en la extrema derecha.
El mayor exponente de protección y salvaguarda de los Derechos Humanos lo encontramos en el derecho internacional que representa la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, que estableció el marco para la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, aprobada por las Naciones Unidas en 1965; La Declaración sobre la eliminación de todas las formas de intolerancia y discriminación fundadas en la religión o las convicciones (ONU, 1981) y la Declaración sobre la raza y los prejuicios raciales (UNESCO, 1978). Por su parte, la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, en su artículo segundo, dice que los Estados que la han suscrito se comprometen a no incurrir en ningún acto o práctica de discriminación racial contra personas, grupos de personas o instituciones y a velar porque todas las autoridades e instituciones públicas, nacionales y locales, actúen en conformidad con esta obligación. Es justo este artículo de la Convención el que se ha violado con lo ocurrido en la frontera de Nador-Melilla.
La actuación de las autoridades marroquíes ha inducido la lamentable avalancha que ha costado la vida a 37 personas que trataban de llegar a Europa a través de la Frontera de Nador-Melilla. Además, hay que lamentar la muerte de 4 gendarmes marroquíes en acto de servicio. Vidas sesgadas, unas mientras trabajaban otras mientras intentaban llegar a Europa procedentes algunos de ellos de países en guerra como Sudan. Y que, por lo tanto, podrían ser personas susceptibles de protección internacional. Personas que recibimos a palos en la frontera en vez de facilitarles el acceso a las oficinas de asilo. Constituyendo un claro ejemplo de trato discriminatorio respecto a otros refugiados de guerra como los ucranianos a los que recibimos con los brazos abiertos. ¿Cuál es la diferencia entre unos refugiados y otros?
El 24 de junio del 2022 quedará en la historia como un día negro en el que unas 2.000 personas procedentes de países subsaharianos y Sudan intentaron entrar a Europa y fueron tratadas como perros. Resultando heridas otras 322 personas, entre ellos 89 agentes de los cuerpos de seguridad marroquíes y españoles. Diversas ONG`S y la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) han denunciado los "dramáticos" hechos ocurridos. Por su parte, CEAR va más allá y se lamenta del "uso indiscriminado de la violencia" para controlar las fronteras y gestionar las migraciones. Cabría preguntarse en este contexto si ¿Estamos ante un episodio aislado?, si ¿Marruecos se ha cobrado la muerte de sus agentes con muertes de migrantes? O si ¿Es un aviso para las mafias de que deben pagar mayores tributos al reino alauí?
Sea lo que sea, es imposible asistir a un episodio de tal magnitud sin sentir dolor y repulsión ante tanto sufrimiento. La gestión de la migración no puede externalizarse hacia países autócratas o autoritarios como Marruecos o Turquía que vulneran los Derechos Humanos impunemente. Externalizamos las prácticas despóticas que vulneran los Derechos Humanos a terceros países porque en nuestros territorios “demócratas” no sería tolerable para la opinión pública semejantes salvajadas.
Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado Español observaban los hechos desde el aire y desde tierra. ¿Por qué no actuaron? ¿No tenían los medios suficientes? ¿No tenían a los efectivos necesarios? ¿Por qué no recibieron la orden para intervenir? ¿Pudo la intervención de las fuerzas españolas evitar tales hechos trágicos? Y, por último, ¿Qué estaría pasando en este momento en Europa, si las muertes de estas 37 personas hubieran caído del lado de la valla española?
Con bastante probabilidad, se exigirían responsabilidades inmediatas al gobierno español y a los mandos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Pero cayeron del lado marroquí, donde se apresuran a cavar tumbas para que los crímenes no sean investigados. En cualquier caso, ¿Por qué no ardemos en gritos de justicia social en Europa? La explicación parece sencilla y dolorosa. Son negros. Sus vidas valen menos que las de los blancos. Sus países no van a exigir responsabilidad porque son inductores de las situaciones de hambrunas, guerras y miseria que los empuja a recorrer miles de km en búsqueda de una vida digna. Sabiendo que el camino puede ser su tumba. Sus familias no los repatriarán porque en el mejor de los casos, que lleguen a conocer sus muertes, no tendrán recursos para llevárselos a sus países. ¡Si una vida no tiene valor, un muerto negro carece de importancia!
Por su parte, Marruecos no cesa en el chantaje a España. Con la impunidad del que se siente respaldado por EEUU. Marruecos ofrece servicios sucios de “control de fronteras” a Europa, con un alto coste. Ser socio estratégico de la OTAN y tener el control territorial de recursos naturales y energéticos de los que depende la subsistencia de Europa le otorga a Marruecos una posición de fuerza. La bajada constante de pantalones del Gobierno Español ante los ataques diversos de Marruecos atiende a la nueva estrategia energética de Europa y a la amenaza constante a la integridad territorial de España por las fronteras de Ceuta y Melilla. Todo responde a geoestrategias. Somos una pieza de un puzle. Marruecos y EEUU quieren explotar los recursos naturales del Sahara. Para ello necesitaban la cooperación forzosa de España. El giro copernicano de la postura de España respecto al Sahara forma parte “Del nuevo orden mundial" del que habla Biden (presidente de EEUU). España cede ante las exigencias de Marruecos y proclama el Sáhara como territorio marroquí a cambio de la integridad territorial de Ceuta y Melilla y la garantía de suministros energéticos por suelo marroquí a Europa. ¿Tenemos al perro guardián de EEUU a las puertas de Europa?
En este contexto, los daños colaterales han sido inmediatos. Argelia se siente agraviada y muestra su enfado dificultando o incrementado los precios del gas para Europa. De nuevo una jugada maestra de EEUU sobre Europa. La guerra fría nunca terminó. Y los bloques se están reafirmando o reajustado Argelia-Rusia-China y Marruecos-EEUU-OTAN. Los que parecen amigos, son, en realidad, los enemigos a abatir. Una Europa débil es la mejor opción para el mantenimiento de la hegemonía y de los intereses de los EEUU sobre un mundo globalizado. La guerra en Ucrania, es decir, en Europa, es muy conveniente para los intereses norteamericanos que ven como Europa se tambalea intentando substituir bajo una economía de guerra y la amenaza del colapso del sistema energético. Convenientemente en esta semana se reúne la cumbre de la OTAN en Madrid y el incidente por llamarle de forma irónica en la frontera Nador-Melilla refuerza la hipótesis de la necesaria presencia de la Alianza Atlántica en el flanco sur de Europa, veremos si convenientemente para el territorio marroquí. Cada vez que Marruecos deja que se produzcan avalanchas y entradas masivas de migrantes a España, está enviando un mensaje a Europa. El flanco Sur de Europa es extremadamente débil y tenemos al lobo guardando a las gallinas. Más allá de los análisis geoestratégicos, lo ocurrido evidencia que las políticas migratorias siguen fracasando estrepitosamente. Se sigue sin actuar sobre los problemas en origen, conflictos y guerras, hambrunas, sequías, terremotos, huracanes, incendios forestales, inundaciones, regímenes totalitarios y otras miserias. No solo no actuamos, sino que obviamos que el cambio climático en las próximas décadas obligara a migrar a millones de personas y que solo en 2020, los desastres naturales provocaron 30,7 millones de desplazamientos internos. Ante los problemas construimos vallas cada vez más altas y letales. La apertura de vías legales y seguras para las personas que buscan migrar desde países africanos y llegar a Europa deben ser posibles y factibles. De otra forma, las avalanchas humanas, los cayucos, las concertinas será nuestro paisaje aterrador más común. La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) cifraba desde 2013 hasta 2020 en 20.000 personas las muertas o desaparecidas en el Mediterráneo. Hagamos un pequeño ejercicio de situar en fila esas 20.000 almas muertas en busca de una vida digna. Quizás nos quejemos menos de nuestras “penosas vidas privilegiadas europeas” si nuestro eurocentrismo nos deja pensar.
Tampoco parece que exista voluntad política global de encontrar soluciones duraderas para las personas en situación de desplazamientos forzosos. La firma de un gran Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular o un Pacto Mundial para las Personas Refugiadas podrían ser soluciones válidas. No obstante, los esfuerzos no van por esa línea. Se invierten miles de millones de euros en construir vallas y pasos fronterizos infranqueables. En vez de invertir en origen para proporcionar oportunidades de vida digna.
De nuevo impera la ley del “salvase quien pueda” cuando la evolución de la especie humana y las sociedades primigenias indican que únicamente mediante la cooperación, solidaridad y tolerancia llegamos al grado de evolución actual. El trabajo cooperativo permitió que nuestros antepasados sobrevivieran en la sabana, compitiendo por los recursos cárnicos con tigres y leones, y el espíritu solidario, permitió que por ejemplo individuos viejos o enfermos sobrevivieran. La cooperación se realiza entre individuos iguales, la solidaridad se da entre desiguales. ¡Quizás es que no todos evolucionamos al mismo ritmo y entre nosotros conviven neandertales camuflados de Homo sapiens!
La integridad territorial y la inviolabilidad de las fronteras no puede ser el argumento para justificar esta masacre. El Gobierno de Sánchez no puede comprar los marcos discursivos a la extrema derecha. Pierde la democracia, pierden los derechos humanos, perdemos todos. Lo que ha ocurrido es una masacre lamentable, horrorosa y vergonzosa que cualquier democracia avanzada debe condenar sin paliativos. La imagen del amasijo de personas en el suelo, unas heridas, las otras muertas o simplemente aterradas es espeluznante. Hemos asistido a una flagrante y cruel vulneración de los derechos humanos sin que la comunidad internacional se revele y actué. ¿Y si fueran nuestros hijos, hermanos o maridos? Sin embargo, son simplemente negros. Cuanto dolor en la desigualdad y en la discriminación. Más aún en la apatía ante la barbería.
Las migraciones van a seguir porque el hambre, la miseria y la desesperación empujan a las personas a intentar sobrevivir. Aun sabiendo que el trayecto es comprometido, las fronteras son trincheras y el Mar Mediterráneo, una tumba, también de sueños. No sé qué duele más, si la desidia ante la muerte o la normalización de la muerte como un “mal menor” por la tranquilidad de la vida idílica en la vieja Europa. Sea lo que sea, lo ocurrido volverá a repetirse porque la historia es un bucle en progreso. El año 2022 en la frontera Nador-Melilla se ha cobrado 37 vidas, y en el 2014 la frontera Tarajal-Ceuta se cobró otras 15 vidas. Tenemos la responsabilidad cívica y ética de exigir que los hechos ocurridos sean investigados, esclarecidos y sobre todo estudiados para evitar su recurrencia.
El uso de la fuerza indiscriminada y desproporcionada, los gases lacrimógenos, los golpes a personas heridas en el suelo, etc. nos debe avergonzar como sociedad civilizada. La desatención sanitaria de los heridos, y la mirada impasible de la gendarmería marroquí, y españoles desde el otro lado de la valla, antes personas agonizando en el suelo, no debe hacer pensar que estamos asomándonos al abismo de la deshumanización. ¿En qué tipo de humanidad no estamos convirtiendo que ante la agonía de otro ser humano aplicamos la indiferencia?
Se supone que nuestro objetivo como civilización debe ser convivir en paz y ser mejores. Contribuir a la seguridad de todas las personas únicamente es posible mediante la construcción de lazos de cooperación. De igual forma, se considera que somos una especie consciente. El Homo Sapiens no puede permitirse comportamientos típicos de los neandertales. La educación, la ciencia y la cultura son las herramientas para asegurar la tolerancia y poner freno al racismo. La convivencia y la supervivencia como especie depende de la capacidad que tengamos de universalizar la justicia social y climática, de garantizar el respeto a los derechos humanos, y preservar la dignidad y las libertades fundamentales de todas las personas, independientemente de su raza, sexo, idioma, religión, color y origen.
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