11-09-2022

Ojalá podamos ser tan porfiados para seguir creyendo, contra toda evidencia, que la condición humana vale la pena, escribía Galeano. Una reflexión terrible sobre la condición humana. Acorde a unos tiempos donde destruimos el patrimonio natural que ni siquiera nos pertenece. Arrebatando el futuro a las próximas generaciones.

Quizás pocos sepan que España es el país con mayor biodiversidad de Europa, y Doñana es una auténtica maravilla natural. Un territorio único y salvaje que enamora. Perderse entre dunas, marismas, bosques y acantilados, solo es posible donde el sol se pone entre playas de arena virgen y con la vera de testigo. Doñana te envuelve como el viento. Los caminos a Doñana llevan a los singulares ecosistemas arenosos y marismeños, a los ecotonos de un espacio de fronteras edáficas, hidrológicas y geomorfológicos extraordinarios. Sin embargo, ni ser una de las maravillas del mundo la protege de la avaricia y el egoísmo humano. El franquismo estuvo a punto de sacrificar Doñana por miles de hectáreas de eucaliptos y arrozales. Era la España de la posguerra, el hambre y el paludismo. El germen del actual parque nacional está en las 6.700 hectáreas de la Reserva Biológica que en 1963 adquirió el Estado y la organización WWF con el inestimable trabajo de José Antonio Valverde, considerado el padre del espacio protegido. En 1969 se creó el Parque Nacional de Doñana y más tarde llegarían los incontables reconocimientos y figuras de protección. Hasta llegar a las 128.000 hectáreas que ocupa el Parque Nacional y el Parque Natural.

Doñana es un enclave primordial de las rutas de seis millones de aves migratorias entre el continente africano y el europeo. Refugio de medio millón de aves invernantes. Es el hogar de más de 4.000 especies. Algunas de ellas, raras o amenazadas como la cerceta pardilla o la malvasía cabeciblanca. En los bosques y vera campean especies en peligro de extinción emblemáticas de la península como el lince ibérico y el águila imperial. Doñana es Patrimonio de la Humanidad, Reserva de la Biosfera, Parque Nacional, Parque Natural, Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), Lugar de Importancia Comunitaria (LIC), Zona Especial de Conservación (ZEC), Humedal de Importancia Internacional y sitio Ramsar, y está incluida en la Lista Verde de las áreas mejor protegidas del mundo por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Representa, al igual que la Mezquita, la Alhambra o la Giralda, un elemento fundamental de la identidad Andaluza. Un territorio protegido que, pese a su extraordinario valor natural, ecológico, social, cultural y económico y las múltiples figuras de protección que atesora, no está exento de riesgos y amenazas. No podemos obviar que la historia de Doñana está íntimamente ligada a la lucha socio-ecológica y socioe-conómica por su supervivencia.

Desgraciadamente, hoy Doñana, se ha convertido en un gran reto para la conservación. Muere de éxito. Su naturaleza virgen y salvaje ha dado paso a la lucha feroz por su explotación. La lista de riesgos y amenazas que la acechan es extensa. Desde la sobreexplotación del acuífero Almonte-Marismas, la agricultura ilegal, la sobrepresión urbanística y turística, la presión ganadera incontrolada en algunas zonas, la caza y la pesca furtiva, el proyecto de dragado del Guadalquivir, las ocurrentes y recurrentes propuestas de nuevas carreteras que fragmentarían aún más los hábitats, los grandes incendios forestales como el acaecido en 2017, la reapertura de la mina de Aznalcóllar, o el intento de convertir el subsuelo de Doñana en el mayor almacén de gas de Europa impulsado por Gas Natural. A pesar de la desproporcionada lista de amenazas, sin duda la mayor radica en la falta de conciencia social y política.

El discurso del desarrollismo que llevo en los años 50 a intentar desecar las marismas o a plantar miles de eucaliptos ha recobrado de nuevo fuerza. Abocando a Doñana a una muerte, lenta y segura. El conflicto social en la zona lleva enquistado décadas. La lucha entre la conservación del espacio y los intereses económicos es permanente. No ayuda la irresponsabilidad de las políticas que alientan y alimentan las tensiones. 

En estos días han corrido ríos de tinta sobre la desecación de Santa Olalla. La laguna permanente más grande de Doñana. Para algunos, otro dato alarmista de los ecologistas. Para los más sensatos, otro dato más de que entramos en una profunda crisis con difícil retorno. Históricamente en Doñana había tres lagunas permanentes en el interior del Parque Nacional (Dulce, Sopetón y Santa Olalla), únicamente la laguna de Santa Olalla seguía considerándose como permanente, mientras que las otras dos sometidas a períodos de desecación cada vez más frecuentes y prolongados habían pasado a considerarse temporales. Para quien se pregunte cuál es el problema de la desecación de esta laguna, solo recordar que Doñana alberga una gran cantidad de aves que, en su ruta migratoria hacia África, hacen un alto en el camino. Estas lagunas ofrecen refugio a las primeras aves limícolas que migran al sur tras criar en el norte de Europa. Sin las lagunas no hay alimento ni habitad. Más allá de eso, la desecación de Santa Olalla es un síntoma grave de que Doñana se muere.

Es cierto que el espacio protegido lleva diez años consecutivos con niveles de precipitación inferiores a la media, lo que la sitúa en situación de sequía. Pero también es innegable que los niveles de sobreexplotación del acuífero han llegado a horizontes insostenibles. Se extrae más agua de la que entra. Entre las causas de la desecación de esta laguna permanente está la presión humana; el consumo turístico de Matalascañas que pasa de unos pocos miles de habitantes en invierno a unas cien mil personas en verano; y las extracciones del acuífero Almonte-Marismas para regar los cultivos de frutos rojos y fresas del Entorno de Doñana (regadíos legales e ilegales).

Como el CSIC informa, es la tercera vez que la laguna de Santa Olalla se seca completamente desde que se tienen registros. Ocurrió en 1983 y en 1995, también en situaciones de sequía. Pero a diferencia de entonces, la presión turística es mucho mayor. No parece razonable que se sigan regando jardines y llenando piscinas en Matalascañas cuando se seca la última laguna permanente de Doñana. Tampoco parece razonable que sigan creciendo las hectáreas de regadío cuando el acuífero está en niveles mínimos.  Lo más lamentable es que esta situación no es nueva. En distintos informes y publicaciones se viene alertando tanto por investigadores del CSIC- Estación Biológica de Doñana, como por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir de los descensos continuados que se vienen produciendo desde hace más de tres décadas en las aguas subterráneas del área de Doñana.

La Historia de Doñana se pierde en las sombras y leyendas lejanas de los Tartessos y en el eterno conflicto eco social por la supervivencia. El valor del turismo de playa, cultura y naturaleza en el parque se estima en unos 74 millones de euros anuales, y se calcula que el sector da empleo a casi 50.000 personas. El sector agrario; cuenta con los arrozales más productivos de Europa; produce el 70 por ciento de las fresas de España; la fresa y los frutos rojos sustenta a 500 empresas con un volumen anual de 650 millones de euros ¿Estarán matando a la gallina de los huevos de oro?

Centremos el asunto sobre la producción agraria de fresas y frutos rojos y la sobreexplotación del acuífero. En este sentido para quienes se pregunten si ¿Cultivan todos los agricultores del entorno de Doñana en suelo forestal y riegan con agua de pozos ilegales? - La respuesta es obvia, no. Hay una gran mayoría que hacen las cosas bien. Cultivan en suelo agrícola, tienen permisos de extracción y se limitan a obtener el agua que les corresponde. El conflicto se enquista cuando con estos agricultores leales coexisten los ilegales. En el entorno de Doñana se han contabilizado más de mil pozos ilegales y otras tantas balsas. Además de cientos de hectáreas cultivadas sobre suelo arrebatado de forma ilícita al monte público. El robo del agua y de monte público lleva perpetrándose décadas con la clara connivencia de las administraciones locales y autonómica, y con una Confederación Hidrográfica del Guadalquivir ciega y muda. Esta situación dantesca se intentó resolver con el denominado Plan de la Corona Norte de Doñana. Un documento aprobado con amplio consenso social, político y económico en 2014. El plan pretendía frenar la expansión de los suelos agrícolas en regadío y limitar la sobreexplotación del acuífero para garantizar su sostenibilidad. El documento contempla, 9.340 hectáreas como "superficie agrícola regable". Amnistió y regularizó toda la superficie de regadíos existentes hasta febrero de 2004, con o sin permisos. Pero el plan nacido muerto. Un sector radicalizado lo intento boicotear desde su nacimiento. Aquellos que tenían cultivos creados a partir de 2004, fecha de entrada en vigor del Plan de Ordenación del Territorio del Ámbito de Doñana, y que quedaron fuera de la legalización.

El boicot ha necesitado de la colaboración del PP. En abril del 2016, el PP, en la oposición, presentó en el Parlamento de Andalucía una iniciativa que pretendía ampliar la superficie regable y amnistiar a los agricultores ilegales. En abril de 2022, con el PP en el Gobierno Andaluz, el Parlamento comenzó a tramitar la polémica “ley de los regadíos de Doñana” o conocida como la “Ley de los indultos” puesto que pretendía legalizar los cultivos (ilegales) de fresas y frutos rojos que quedaron fuera del Plan de Ordenación de Regadíos de la Corona Norte de Doñana en 2014. Una Ley perversa, destinada a la recalificación de suelo y la legalización de más cultivos y regadíos ilegales. Hasta 2.000 hectáreas de cultivos de regadío abastecidos con agua obtenida de forma ilegal pretendían legalizarse. Su tramitación despertó la oposición frontal, incluida de la UNESCO que amenazó con meter a Doñana en la “lista Negra de Patrimonio Mundial”. Por su parte, la Comisión Europea, amenazó con lo propio, llevar a España al Tribunal de Justicia y solicitar una sanción por incumplimiento reiterado de sentencia. Es decir, se sabe con absoluta certeza que las extracciones de agua para el regadío son una de las causas principales de la sobreexplotación de acuífero Almonte-Marismas, pero el partido que sustenta al Gobierno de Andalucía (PP) se empeña en seguir extrayendo agua y legalizando su esquilmación. Lejos de buscar soluciones para limitar y reducir la cantidad de agua que se puede extraer, busca soluciones para calmar a sus votantes incrementando la superficie de regadío, legalizando nuevas hectáreas. Por otro lado, para calmar el ansia de agua solicita al Gobierno Central las obras hidráulicas del transvase del Tinto, Odiel y Piedras al Guadalquivir.

La crítica situación de Doñana ha provocado, la actuación de la Fiscalía de Medio Ambiente y el seguimiento de organismos internacionales como Ramsar, UICN y UNESCO. El Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO ha declarado en repetidas ocasiones que la sobreexplotación del acuífero Amonte-Marismas es incompatible con la condición de Patrimonio Mundial.  Por su parte, Europa tiene a España en el punto de mira por el incumplimiento de la Directiva Marco de Agua y la Directiva Habitad. En 2014, la Comisión Europea emitió el dictamen motivado del Procedimiento de Infracción por la sobreexplotación de los acuíferos que abastecen de agua el Parque Nacional de Doñana y por el consiguiente deterioro de los hábitats y ecosistemas localizados en varias zonas protegidas. La comisión dice que “existen evidencias científicas del deterioro de los hábitats que motivaron la designación de los espacios Natura 2000 y que ha tenido lugar durante décadas, principalmente debido a las presiones resultantes de las actividades humanas y, en especial, de la sobreexplotación de los acuíferos”. La Comisión también concluyó que las autoridades españolas no han adoptado las medidas apropiadas para evitar el deterioro de los hábitats, ni de las masas de agua subterránea de la comarca de Doñana. Lo más gravosos es que de esta situación se lleva avisando al menos desde 1992, cuando el Dictamen de la Comisión Internacional de Expertos sobre Estrategias para el Desarrollo Socioeconómico Sostenible del Entorno de Doñana decía que “era necesario adoptar acciones de gestión para reducir las extracciones del acuífero Almonte – Marisma que ya se consideraban excesivas”. Desde entonces, no solamente no hemos reducido las extracciones, sino que han aumentado considerablemente hasta la desecación de la última Laguna Permanente de Doñana. Una advertencia del deterioro incipiente e irreversible de todo el sistema. En mayo de 2017, el Defensor del Pueblo Andaluz solicitó un informe a la Estación Biológica de Doñana- CSIC en que se podía leer lo siguiente “En un escenario de reducción progresiva de la recarga natural (precipitaciones), es muy probable que cuando los efectos sobre el medio ambiente y los ecosistemas sean obvios e innegables, no será posible ya revestirlos (o su reversión implicará costes económicos y sociales desproporcionados)”. Pero no aprendemos y el capitalismo-consumista depredador necesita más agua para crecer y sostenerse. ¡Al coste que sea, como la destrucción del mayor enclave natural de Europa! El franquismo no puedo desecar Doñana, pero si lo harán sus herederos. Qué bajo la premisa eufemística de desarrollo sostenible han condenado a Doñana a una muerte lenta pero segura. 

Como pueblo Andaluz luchador e irreverente que somos debemos reaccionar y empujar la construcción de un gran Pacto político, social e institucional de Blindaje de Doñana y su entorno. Un pacto intergeneracional e intrageneracional que proteja a Doñana de forma definitiva de las múltiples amenazas que lo hostigan. Ojalá seamos desobedientes y nos rebelemos contra actuaciones que humillan nuestra conciencia y violan el sentido común. Actuaciones que atentan contra el patrimonio natural de las generaciones venideras. Doñana no nos pertenece, es legado vivo que debemos proteger y transmitir en mejores condiciones de la que la heredamos a las próximas generaciones. Pero si seguimos por este camino no habrá nada que entregar más que el recuerdo y la memoria de un lugar mágico que consentimos desangrar.

Doñana es única y salvaje. Un espacio donde se encuentran el rio Guadalquivir y el océano Atlántico. Es, asimismo, un discurso y una congregación cultural de raíces, de tan potente significación en el actual contexto que nos permite reproducir el poderoso discurso del retorno y la reconciliación de la humanidad y la naturaleza salvaje. En el informe que Bernis, Jose Antonio Valverde y los González-Gordon enviaron al dictador Franco para proteger Doñana de los planes desarrollista de los años 50 que intentaban secar las marismas para plantar eucaliptos y pinos, se leía lo siguiente: “Destruir o desvirtuar estos parajes es como prohibir al individuo humano las creaciones poéticas”. Es hora de tomar decisiones razonadas basadas en el bien común y no en el interés espurio de la acumulación de riqueza de unos pocos. Decisiones, basadas en las necesidades de la sociedad en su conjunto y de un planeta llamado Tierra, (del que por cierto dependemos para sobrevivir como especie).

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