2022-11-20
En la antigua Roma existía una moneda a la que llamaban "la espintria” que tenía solo un fin, que era pagar en los lupanares los servicios prestados por las mujeres que allí ejercían el oficio más antiguo del mundo. Estaba prohibido pagar con la moneda donde aparecía la imagen del emperador en esos lugares, por eso a "la espintria” la llamaron la moneda o ficha sexual.
Existía dieciséis fichas hechas de latón o bronce, tenían sobre unos veinte milímetros de diámetro, en una de las caras estaba presentado posturas sexuales todas diferentes y en la otra cara una numeración romana del I al XVI equivalente al precio del servicio sexual solicitado. Esta representación gráfica facilitaba las cosas al comunicarse los romanos con las prostitutas extranjeras, si estas no entendían el latín, pues así se comunicaban que postura sexual querían contratar y cuantas monedas costaba. En esta época la prostitución se consideraba un bien social, eran de mente abierta y no entendía la homosexualidad como hoy nosotros. Cuando alguien requería un servicio sexual se le preguntaba si quería un hombre o una mujer. Siempre se pagaba el servicio por adelantado y el “leno”, era el dueño del lupanar y encargado de vender los servicios, le entregaba la ficha con la postura elegida, así quedaba todo muy claro y no había confusión, por ninguna de las dos partes. Para los hombres de la antigua Roma sus genitales eran muy importantes y cuando juraban decir la verdad apretaban con su mano derecha sus testículos de ahí el origen de testificar”. Las habitaciones donde las prostitutas ejercían sus servicios se llamaban “fornices” de aquí viene el origen de fornicar. Paradójicamente no se ha encontrado ninguna espintria en ninguno de los lupanares que se han encontrado en todo el Imperio Romano, parece ser toda una hipótesis.
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