25-09-2022


El 7 de octubre es el día del trabajo decente que en 2022 todavía debemos seguir reclamando, reivindicando y conquistando. No debemos olvidar que este concepto relativamente nuevo, acuñado por la OIT (Organización Internacional del Trabajo) en 1999, se viene persiguiendo, para ceñirnos al contexto en el que estamos, es decir el sistema capitalista, por toda una tradición de lucha que el movimiento obrero, los sindicatos y las organizaciones y movimientos sociales han venido realizando desde el siglo XIX en el que la revolución industrial se extendió por Europa y otros países occidentales.

El trabajo está lejos, siquiera, de aproximarse a poder ser calificado como decente por lo que es una utopía su consecución, al menos, a corto y medio plazo. Se puede constatar, con una simple mirada, cómo en muchos lugares del planeta hay trabajo esclavo, trabajo infantil, explotación sexual de las mujeres, explotación laboral de los inmigrantes, falta de empleo estable con salario insuficiente, condiciones de trabajo insalubres, falta de libertad sindical…

Y sin embargo debemos aspirar al sueño de las utopías. Durante el siglo XX la lucha de los trabajadores y trabajadoras, a través, fundamentalmente de sus organizaciones de clase, sindicatos y partidos políticos, alcanzaron cuotas de bienestar tales como la jornada de 8 horas, eliminación del trabajo infantil, derecho al desempleo, pensiones… que parecía impensable en el inicio del trabajo derivado de la revolución industrial. Conquistas que han sido demolidas, en gran parte, por la ofensiva neoliberal a partir del derrumbe de la URRS en 1989.

¿Qué es el trabajo decente? Se trata de un trabajo productivo, desarrollado en condiciones de libertad, equidad y seguridad de manera que no viole la dignidad intrínseca del ser humano; un trabajo con derechos, protegido en un marco de regulación legal y de diálogo y negociación entre las partes; en definitiva, un trabajo de calidad.

Sospecho que algunos lectores pueden estar preguntándose si en el modelo económico impuesto por el neoliberalismo es posible alcanzar trabajo decente cuando lo que impera por encima de otra consideración es el beneficio económico. Cabe aquí plantear algunas respuestas: una, que sí es posible la negociación, los acuerdos entre partes, la mediación del Estado y la movilización de los trabajadores, para conseguir conquistas para el mundo del trabajo; y otra más rupturista que apuesta por la superación del sistema y una aproximación a un modelo donde la economía esté al servicio de las personas. No cabe aquí la equidistancia, claramente opino que para llegar a la situación utópica deseable no cabe más que superar un sistema que explota a las personas con el fin de maximizar los beneficios.

El Papa francisco destaca cuatro características que debe tener el trabajo decente: ser libre, creativo, participativo y solidario parar “realizar un sueño que vuela hacia lo más alto”.


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