![]() |
SEBASTIÁN LÓPEZ MATEOS
|
2024-09-22
Para qué la educación
Hace unos días encontré por casualidad la intervención de un profesor de universidad impartiendo una lección a un grupo amplio de oyentes a los que les decía que lo que se ha tardado siglos en descubrir no puede ser investigado en unas horas ni en unos días. El profesor pretendía transmitir que los métodos participativos, activos, y donde la investigación por parte de los alumnos y alumnas sea el método, no son factibles, pues son tantos los conocimientos que los y las alumnas tienen que almacenar que estos tienen que ser impartidos en el aula en poco tiempo, memorizados y almacenados. Deduzco de la intervención del profesor que aboga por un sistema de aprendizaje en el que haya solo un emisor y un receptor, de manera que éste solo se limite a memorizar y reproducir lo aprendido. Este señor, obvia que en el aprendizaje el proceso es tan importante como los resultados.
Es decir, importa mucho la manera de adquirir los conocimientos.
Lo que dice este profesor es coherente con el sistema educativo que impera y en el que uno de sus objetivos principales y centrales es preparar a los alumnos y alumnas para el mercado laboral.
Se inicia un nuevo curso escolar en el que oímos y vemos la cantinela de siempre: lo caro que es el material escolar, la visita de un representante de la administración al aula haciendo carantoña a los niños y niñas, alguna propuesta llamativa como la realizada por el Sr. Feijoo (le animo a que en las muchas comunidades autónomas donde gobierna el partido popular imponga la medida), reclamando la gratuidad de la escolarización de todos los niños y niñas de cero a tres años, o la quejas de alguna asociación de madres y padres por las carencias detectadas en su centro… Observo que, salvo excepciones, no se entra en los auténticos problemas de nuestro sistema educativo. La desigualdad, la falta de recursos derivados de la insuficiente financiación de la educación pública, el fracaso escolar que se ceba en los alumnos y alumnas de las clases sociales más humildes, y un sistema educativo que, como decía, prepara, prioritariamente, para el mundo laboral, olvidándose de la formación de la persona en valores de libertad, solidaridad, cooperación, paz e igualdad.
Como consecuencia del modelo educativo existente, vemos que de manera paulatina y continuada lo privado va teniendo más protagonismo, en detrimento de la educación pública. Consultando datos comprobamos que el número de niños, niñas y jóvenes van aumentando en los centros de titularidad privada o centros concertados, mientras van disminuyendo en los centros públicos, consecuencia de las políticas conservadoras que potencian con más recursos a las escuelas privadas y menos a las públicas.
Con cierta nostalgia, recuerdo cuando desde ámbitos diversos se debatía sobre educación. El profesorado, las asociaciones de madres y padres, las organizaciones sindicales, los grupos parlamentarios y los medios de comunicación trataban a la educación como el pilar fundamental para articular nuestra sociedad. Hoy ese debate no existe, porque los que todavía no hemos perdido la esperanza de algún día tener un sistema educativo en el que en el centro esté la persona, tenemos que preocuparnos de que la educación sea un servicio público, de calidad y universal.
Para dar tú opinión tienes que estar registrado.