![]() |
... estos jornaleros y jornaleras imprescindibles para que las estanterías de los supermercados estén llenas, |
2024-03-24
Jornaler@s imprescindibles
Decía hace unos días, Juan Roig, presidente y máximo accionista de Mercadona, que “la sociedad civil tiene que vivir de lo que el sector privado genera”. No aclaró qué entiende este señor por sociedad civil. Deduzco que cuando se refiere al sector privado se está refiriendo a los empresarios que como él tienen 5,5 mil millones de euros de patrimonio porque sospecho que para él los miles de pequeños y medianos empresarios que tienen que trabajar en su empresa diariamente para sacarla adelante no los considera como tales. También sospecho que ni se le pasó por la cabeza, que para que viva la sociedad civil, millones de trabajadores y trabajadoras, jornaleros y jornaleras tienen que levantarse cada mañana para ir a coger fresa, ir a la oficina, coger un camión, o ir a vender a sus tiendas…
En mi último artículo apoyé sin titubeos, aunque criticando algunos aspectos de la movilización, a los agricultores y me comprometía a hacer y poner sobre el tablero el problema de miles de jornaleros y jornaleras del campo, que no es que tengan problemas graves, es que sus problemas son tales que les va su propia supervivencia.
Ya sabemos qué gran parte de los trabajadores de la fresa en Huelva y de los invernaderos en Almería son personas migrantes que vienen de Marruecos y del África subsahariana fundamentalmente. Uno de sus principales problemas es el habitacional, ya que tienen grandes dificultades en encontrar vivienda porque no hay disponibles para el alquiler y porque no hay albergues públicos para acogerlos. La consecuencia es que se contabilizan más de 80 asentamientos chabolistas en los que las condiciones de vida son infrahumanas: sin agua potable, sin saneamientos, sin luz eléctrica y sin seguridad.
Al ser personas vulnerables, a veces “sin papeles”, los inmigrantes son objeto de abusos e incumplimientos laborales. No se cumple el convenio, no se retribuye a las trabajadoras justamente, con salarios a veces por debajo del salario mínimo interprofesional, no se respeta el número de horas mínimas de jornada, ya que a veces son llamados para trabajar una sola hora cuando el mínimo acordado es de 3 horas, por el contrario, si al empresario le interesa, la jornada laboral se puede ampliar a 10, 12 horas; ocasionalmente se dan casos de despido del tajo si sufren algún accidente, incluso sin prestarle la atención sanitaria pertinente.
A todo ello hay que sumar otros problemas estructurales como son la temporalidad, la menor necesidad de mano de obra por la mecanización, la imposibilidad de acceso a la cobertura de desempleo de los jóvenes, la precariedad laboral, los salarios bajos en comparación con los de otros sectores, la siniestralidad laboral, etc.
Y, sin embargo, salvo que ocurra alguna desgracia que no pueda ser ocultada, pocas veces los medios de comunicación de masas se ocupan de estos problemas, excepto que sean de gran magnitud y les sean rentables mediática, empresarial y económicamente. Mientras estamos leyendo este artículo miles de hombres, mujeres y niños están malviviendo en chabolas construidas con tablas y plásticos, sin agua, sin luz, sin higiene y sin seguridad alguna. Los abusos, el rechazo, el racismo están presentes en las vidas de
estos jornaleros y jornaleras imprescindibles para que las estanterías de los supermercados estén llenas,
para que todos nosotros podamos adquirir estos productos y para que los empresarios a los que se refería el Señor Roig aumenten sus ya escandalosos patrimonios.
Y, sin embargo, no todo está teñido de negro. Hay organizaciones de ayuda y apoyo a jornaleros y jornaleras inmigrantes, sindicatos, y ONGs que son rayos de luz que marcan un camino de esperanza para que los derechos y la justicia abracen a estos jornaleros y jornaleras imprescindibles.
Para dar tú opinión tienes que estar registrado.