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2024-07-28
Izquierda radical, extrema izquierda
Decía Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP y candidato a presidente del gobierno en las pasadas elecciones del 23 de julio de 2023, que no se puede gobernar un país desde los extremos, solo, decía, se puede hacer desde el centro que, claro, se lo atribuye él. Cualquier ciudadano o ciudadana que oiga eso de manera acrítica le puede resultar razonable esa afirmación porque en el imaginario colectivo está grabado a fuego aquello de que “en el centro está la virtud”.
Tengo que reconocer que cada día me resulta más insoportable tanta estupidez, pero esta vez no he podido hacer oídos sordos e ignorar tal afirmación. Espero no caer en esa estupidez de la que quiero distanciarme lo más posible.
Sigo dándole vueltas a lo que dice este señor y pienso, primero, por qué tiene ese concepto tan simplista, alguien que debería ser algo más profundo en sus cavilaciones y, segundo, en qué se basa para pensar que todo lo que venga de los extremos, de la extrema izquierda, es tan perjudicial para la ciudadanía, que supongo es en la que piensa el señor Feijoo. Ingenuo que es uno, qué le vamos a hacer.
Estoy acordándome que hace ya algún tiempo se tomó un acuerdo por el gobierno de España, a propuesta de una ministra, en el que se subía el salario mínimo interprofesional hasta 1.134 euros al mes.
Me estoy acordando también que, con frecuencia, colectivos diversos y personas a título individual, se reúnen pacíficamente para que no echen a familias vulnerables de su vivienda porque no puede pagar la hipoteca.
Hace unos días se celebró en las puertas de los hospitales de Andalucía concentraciones para que no se liquide a la sanidad pública en beneficio de la sanidad privada y había mucha gente, supongo que de extrema izquierda.
Los primeros lunes de cada mes un grupo de ociosos jubilados se reúnen para pedir que se preserve las pensiones públicas y no se privaticen también, como se quiere hacer con la sanidad.
Tengo que reconocer que estoy a favor, y como yo miles o millones de personas, de que se acojan a menores inmigrantes en nuestras comunidades autónomas para evitar que tengan que volver a su país donde, seguramente, pueden morir de hambre o, en algunos casos, perseguidos por los regímenes políticos que allí gobiernan.
Igualmente, muchos estamos escandalizados de que en algunas comunidades autónomas se aprueben leyes para anular la legislación sobre la violencia machista y los derechos de los colectivos y personas LGTBI.
Cuando pienso que a todas estas personas y colectivos las encuadra el señor Feijoo dentro de esa extrema izquierda, o izquierda radical, no me queda más remedio que concluir que tanta gente no puede ir mal encaminada y menos si analizamos detenidamente a quién puede beneficiar estas medidas. Porque, al mismo tiempo, vengo observando que este señor, y con él, todo lo que considera centro político, vota en contra de medidas muy radicales: subida del salario mínimo interprofesional, creación del salario mínimo vital, de la subida de las pensiones, y no son capaces de reconocer que lo que está haciendo Israel con Palestina es un genocidio… Y así todo.
Pido disculpas a los que leen algunos de mis artículos y comprueban que algunas de las cosas que aquí escribo las repito a menudo, pero es que con este calor no he sido capaz de escribir otra cosa. ¡Uf!
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