31-07-2022

“Todos contribuirán al sostenimiento del gasto público de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirados en los principios de igualdad y progresividad” (Art 31 de la Constitución.)

                          

Las sociedades más avanzadas son aquellas que han sido capaces de implantar sistemas impositivos más progresivos y por tanto han reducido en mayor medida las desigualdades. Noruega, Suiza, Dinamarca, Finlandia e Islandia están en cabeza.

Es muy ilustrativo ver quienes han pagado los impuestos en las distintas sociedades históricamente. Conocemos que la nobleza y el clero quedaban exentos de impuestos, recayendo éstos en el pueblo llano, cuando las propiedades y las rentas estaban en manos de los dos primeros estamentos. Sorprende también cómo entre el periodo histórico comprendido entre la Revolución Francesa (1789) y el inicio de la I guerra Mundial (1914) la propiedad y los activos financieros se concentran más aún que las que existía antes de la Revolución, y tampoco implanta un sistema impositivo progresivo. Es para pagar los gastos de la I Guerra Mundial cuando no tienen más remedio los grandes propietarios y capitales que hacer un mayor esfuerzo fiscal. Pero no es hasta el periodo de entreguerras y después de la II Guerra Mundial cuando en países como Suecia, Inglaterra y Francia se introducen sistemas fiscales más progresivos –desde los años 70 del siglo pasado se aplican políticas neoliberales que producen una regresión en la progresividad de los impuestos-.  Siempre ha habido una gran resistencia de los poseedores del capital y la propiedad a pagar impuestos, utilizando para ello su poder: legal, adaptando la legislación a sus intereses y coercitivo cuando no podían hacerlo legalmente. 

Es frecuente escuchar a los empresarios de la CEOE decir que no es bueno para el país que se suban los impuestos. Los mismos empresarios, sin embargo, piden que se ayude a sus empresas porque si no es así se van a pique. No hay que engañarse, lo que se está dando es lo de siempre, una lucha entre clases para ver quién se lleva la mayor parte del pastel y quién lo paga. El egoísmo no tiene límites porque se sabe los que comen más pastel y sobre qué espaldas cae su coste.

Que no distraigan con falsos debates, lo que está en juego son los intereses de la gran banca, de los grandes capitales financieros y de las grandes rentas empresariales, frente a los intereses de los trabajadores y trabajadoras…, de la mayoría social en definitiva y harán todo lo que esté en sus manos para seguir quedándose con más porciones.

Lo lograrán si no se tiene claro que esto funciona así. Cuando desde diferentes ámbitos de la sociedad civil, partidos políticos de izquierdas, sindicatos, asociaciones de base se reclama organización, sindicación, formación, y acción es porque los que están enfrente son muy poderosos.

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