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2023-12-17
El maestro que prometió…
Son varios los temas que he tenido en mente para escribir sobre ellos en el periódico de opinión de esta semana. La guerra, mejor dicho, el genocidio de Israel contra el pueblo palestino, la dictadura de Pedro Sánchez, con la consecuente rotura de España, el puente de la Constitución y la alta ocupación de los hoteles, han sido, entre otros, esos temas. Al final me he decidido por “El maestro que prometió el mar”.
En 1999 José Luis Cuerda, basándose en tres cuentos de Manuel Rivas, nos cuenta la historia de Moncho, un niño gallego, que asiste, tras una enfermedad, a la escuela, estableciendo una relación afectuosa con el maestro, Don Gregorio, que lo educa en contacto con la naturaleza, la razón y el conocimiento. Ya habrá intuido el lector que estoy recordando la película “La lengua de las mariposas” protagonizada por el gran Fernando Fernán Gómez en el papel de maestro.
Las dos películas tienen un argumento parecido, un entorno prácticamente idéntico, unos personajes protagonistas y antagonistas de la época como son el maestro republicano y el cura… y un final que, al menos a mí, me deja el mismo horror, miedo, frustración, y la sensación, viendo nuestro presente, de que, a pesar de lo vivido en nuestro país en el pasado, no aprendemos la lección.
Los dos maestros parten de un mismo método, el aprendizaje desde la propia experiencia y en torno de los niños, de la capacidad innata de los seres humanos por curiosear y aprender investigando y del anhelo de alcanzar la libertad y la felicidad. Frente a ellos, en los dos films, está la represión, la dependencia, la imposición, el miedo, el odio… Nada más ni menos.
Por eso muchos
creemos que la memoria, uno de los atributos más importantes de los seres humanos, debe estar presente en nuestras vidas cotidianas.
La memoria histórica no solo es deseable, sino imprescindible para construir un país de iguales, en libertad, solidario y libre. Cuando se rechaza, se menosprecia, el derecho de los familiares a recuperar los restos de sus antepasados enterrados en fosas comunes para darle un final digno, se está pidiendo que olvidemos a personas que murieron asesinadas y fueron despojadas de su dignidad. Para los que piensan así solo les pediría una simple reflexión: ¿Pensaríais de esta manera si fuera algún familiar cercano el que estuviera en una cuneta olvidado?
Estas dos películas forman parte de nuestra común memoria colectiva. Están llenas de simbología y de enseñanzas. Por encima de todas, la convivencia en libertad, sin imposición, sin represión, sin verdades absolutas, sin jerarquías y sin odio. La dureza de estas dos películas no solo está en el trágico final que corren los dos protagonistas, la mayor tragedia reside en el trato que reciben por parte de sus alumnos, padres y vecinos los dos represaliados, don Gregorio y Antoni Benaiges.
Y, sin embargo, a pesar de los trágicos finales, las dos películas son dos poemas que cantan a la esperanza, a la libertad y a la vida.
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