2022-01-01
Esta frase atribuida a Luis XIV de Francia en el siglo XVII es el reflejo de lo que eran las monarquías absolutistas. Luis XVI fue guillotinado en 1793 tras la Revolución Francesa, dando por terminado el Absolutismo. Hago estas citas históricas para mostrar que nada es eterno y así se puede comprobar, si se hace un breve repaso histórico, cómo se han ido sucediendo diferentes regímenes políticos.
De igual manera podemos constatar, también, cómo han ido cambiando los detentadores del poder según el régimen o tipo de estado. Los grandes señores en el medievo, los reyes en el absolutismo, la burguesía en el capitalismo… y las oligarquías en las democracias liberales representativas.
Los campesinos trabajaban para los señores, los súbditos pagaban los impuestos a la nobleza, al clero y al monarca, los trabajadores producen una plusvalía que es apropiada por los capitalistas que a su vez eluden, o intentan, no pagar los impuestos al Estado que les correspondería por su nivel de ingresos.
El Estado soy yo, proclamaba Luis XIV, hoy también hay grupos económicos, políticos, judiciales y mediáticos que consideran al Estado de su propiedad, de manera que cuando las decisiones que se toman no se adecuan a sus intereses rompen la baraja. Siendo esto grave, es tremendamente preocupante que una masa de población importante, explícita o implícitamente considere que esto es así. Es decir, consiente ser mera comparsa en el devenir del Estado, de nuestro Estado.
Y el Estado somos todos, sí, todos. El Estado no son sus instituciones, ni sus leyes, ni sus representantes en las administraciones, ni su himno, ni su bandera. En todo caso, las instituciones administran, las leyes regulan y los símbolos identifican una realidad. El Estado somos los ciudadanos y ciudadanas que habitamos en un espacio geográfico en el que día a día construimos con nuestro trabajo un ámbito de convivencia donde todos y todas deberíamos vivir con dignidad.
El Estado al que los ciudadanos debemos aspirar es a que ninguna persona esté sin vivienda, sin educación, sin sanidad, sin pensión, sin trabajo… El Estado no es ese tejido institucional, ese sistema económico, ese sistema judicial, ese sistema político que permiten, toleran, y hasta justifican, que haya desigualdades que condenan a amplias minorías a vivir en la miseria, en la pobreza y en la precariedad.
Los avances que se han dado históricamente, conquistando derechos políticos, civiles y sociales en determinadas áreas geográficas del planeta ha sido porque el pueblo con sus organizaciones sociales, políticas, civiles y sindicales se las ha arrancado a las élites que en ese momento tenían el poder.
Hoy estamos en las mismas, existen grupos sociales privilegiados que creen que el Estado tiene una forma determinada y lo consideran de su propiedad, y estamos otros que con la misma legitimidad aspiramos a un estado sin privilegios para nadie. El Estado somos todos.
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