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Pese a llevar años viviendo en Barcelona, cuando llega la semana santa, aún sigo escuchando la marcha procesional de nuestro padre Jesús, para todos nosotros: el abuelo. Mi corazón vuelve a mi... |
2023-03-26
Pese a llevar años viviendo en Barcelona, cuando llega la semana santa, aún sigo escuchando la marcha procesional de nuestro padre Jesús, para todos nosotros: el abuelo. Mi corazón vuelve a mi tierra, envuelta en ese inolvidable e intenso aroma del incienso. Las calles inundadas de fieles creyentes y las bandas de música que erizan la piel. El latido del tambor. El susurro de las túnicas de los nazarenos sobre las calles. Las saetas cantadas a pleno pulmón desde algún balcón; las cofradías dando toda su alma hacia cada trono. Las mujeres y sus mantillas con el cabello recogido en peinetas y sus rostros cubiertos por un velo negro traslúcido. Los colores de la semana santa, el rojo: la sangre de Cristo; morado: penitencia; blanco: paz; azul: amor celestial. Se dice que el domingo de resurrección se ha de hacer tras la primera luna llena de la primavera. ¿Cómo olvidar el abrirse paso entre el gentío y luchar para encontrar un hueco donde poder admirar el trono esculpido de tanta belleza y respeto? ¿Cómo olvidar la madrugada del jueves santo y el creciente deseo de ver salir por la puerta de la ermita a nuestra procesión favorita? Llenarnos de lágrimas las mejillas. Rezar por lo bajo. Musitar un deseo. Llenarse de claveles rojos los ojos. Inundarse de nostalgia. Amar esta época del año. Entregar el alma. Como fiel sitio la plaza Santa María y su espaciosa conquista para dejar paso a la belleza de una leyenda. Cuando llega la víspera de la Pascua, así como la entrada de la primavera, me inunda la felicidad. Cuando no puedo bajar a Jaén para disfrutar de la semana santa siento que me falta algo. Y ese algo no he dejado de sentirlo en mis años fuera de la bella ciudad del olivo. Otra bonita forma de vivir la pascua es ver el rostro de los niños al recibir la mona. Esto consiste en un esponjoso dulce hecho con capas de bizcocho y en el centro un huevo. También hay monas cuyas decoraciones son de lo más destacable, como huevos pequeños o grandes de chocolate, animales, figuras de Disney, casitas de chocolate, paisajes, etc. También polluelos amarillos de fieltro y plumas teñidas de diversos colores. Como tradición, es el padrino o el abuelo el que ha de darle al pequeño su mona. Se reúne la familia en casa y se degusta con intenso placer la reliquia hecha de azúcar, leche y cacao. Se celebra el diez de abril y es un día muy especial para los más pequeños. Las confiterías llenan sus estantes con diversos tamaños y formas de cada mona, para los golosos ver esto es como ver una enorme casa de chocolate solo para ti. Lo peor es controlar la tentación. Ahora bien, ¿Por qué lo llaman mona de pascua?, proviene del árabe y representa fertilidad, esperanza y renacimiento. El niño recibe su mona hasta los doce años. Mientras tanto, antes de la determinada edad, se vive con delicia este manjar goloso. La víspera de Pascua es sin duda una tradicional fecha que muchos de nosotros vivimos con fervor y alegría.
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