03-07-2022
Aún recuerdo la primera vez que alcé muy alto la cabeza para admirar las cúspides de la Sagrada Familia. Aquel día, resplandeciente y soleado hizo que tuviese que cubrirme los ojos con la mano. Alrededor de ella sucedían las visitas turísticas, las exclamaciones, la admiración por tal obra de arte. Era como tener delante un majestuoso castillo que quitaba el aliento.
Era la primera vez que algo así me dejase anonadada. Sentí por un instante que aquello era algo como sobrenatural y al mismo tiempo hermoso. Todo lo que la rodeaba tenía vida, encanto e historia. No fui la única que se quedó pasmada ante la fachada imperiosa. Muchos turistas no paraban de echar fotos, reír, exclamar y quedarse largo rato contemplando la compleja estructura arquitectónica. Ese día no sé cuántas veces rodeé la Basílica, pero de todas esas veces sentía que algo nuevo siempre se descubría de ella. Tantísimos detalles de esculturas, pequeñas y grandes, sus coordenadas, sus altas cúspides de punta. Su estilo Neogótico y modernista, adquiere una belleza de siglos que aun parecen palpitar entre piedra y granito. Es una de las siete maravillas de Cataluña y promete ser la Basílica más alta del mundo una vez que esté acabada. Aún la están construyendo laboriosamente y esperamos ansiosos el día en que la veamos completa. La Sagrada Familia fue diseñada por Gaudí en 1882 y es uno de los monumentos más visitados. Su imperiosa fachada asoma por entre los ramajes de los árboles de la Plaza Sagrada Familia, y es muy fácil contemplarla en las altas colinas del Montjuic y el Tibidabo. Ya desde lejos incluso impone su presencia. Cuando se comenzó a construir necesitaron limosnas y donativos para llevarla a cabo lo cual ralentizó en ocasiones su proceso. Sufrió incluso importantes incendios, pero por fortuna pudo ser rehabilitada y salvada. En cierta manera está protegida por la fe. Gaudí la creó en honor al nacimiento de Cristo. Sus dieciocho torres representan a importantes personajes bíblicos. Por dentro dicen que es tan bella que el corazón late con más fuerza. Las vidrieras polícromas palpitan de vivos colores cuando el sol entra por ellas. Impresiona su gran altura interior que provoca vértigo. Cuando contemplas el techo y todo lo que lo rodea da la impresión de estar dentro de un esqueleto. Es tanta la inmensidad de sus bóvedas y cúspides que es digno de alabar. Es una belleza insólita. Hay un detalle que no pasa desapercibido y es que la Sagrada Familia parece estar envuelta en brazos de un inmenso árbol. Es como una segunda piel hecha de corteza. Tiene tres fachadas que representan el nacimiento, la pasión y la Gloria de Cristo. Los pináculos están alegremente pintados de colores en los que Gaudí se inspiró por los tallos de una planta llamada “uña de gato” Cuando contempléis de cerca esta hermosa estructura creada por un genio, un mago o un Dios, llamadlo como gustéis, os quedareis mudos a primera vista. Es el amor a primera vista. La piedra desnuda, blanca, parece inmune a las inclemencias del tiempo. la Sagrada familia es un milagro para la vista y para el corazón.
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