"Tierra muerta que se derrama en unas manos sedientas de paz; el bosque abriéndose por la mitad. Todo arde, hasta las lágrimas. Rendición. Tiembla el mundo, sacude los cuerpos, sacude la esperanza, y todo vuelve después a su sitio."

2023-02-26


Imploran a las entrañas de la tierra que segregue el agua y así no les falte la vida. Hunden sus fuerzas contra la pala y el rastrillo, arañando el terreno, la provocada hendidura arenosa, donde se esconden quilos de sal. Es el trabajo que les mantiene en rigor. Trabajar en las minas bajo un cielo abrasador que no tiene piedad para ofrecerles un respiro a la sombra. Tres hombres en un desconocido y árido lugar batallan contra la injusticia climática. De aquí a un tiempo saben que se acabarán las minas. Que ya no tendrán que empuñar la pala y el rastrillo y hacer montañas de tierra para hundir su propósito metros abajo. Sudan sus pieles doradas. A distancias de ellos, en diferentes partes del mundo, el agua comienza a desaparecer. Su destacada ausencia provoca miedo en las llanuras y en los animales. Los pastores dan cartón a las cabras. Tienen que conformarse con eso para no morir de hambre. El caudal vacío de un rio provoca las lágrimas de una anciana que cada día, sentada en su cama, reza con los ojos cerrados, para volver a escuchar sus arrullos tras la ventana. Hace años que dejó de ser feliz desde que el río murió de sed. En su lugar, ahora hay una superficie densa y austera, como si nunca hubiese existido un vigoroso caudal. Preocupa el estado mental de la tierra. Sigue girando y protegiéndonos dentro de su estómago, pero su grito comienza a provocar vómitos de lava y sucesivas tempestades. Nubes que forman embudos de aire y que arrastran consigo colmenas de vidas y trabajos forzados.

Algunos árboles son como picudas agujas ausentes de color. Mucha gente quiere reconstruir su lugar en la tierra y buscan amparados un trozo de esperanza para volver manos a la obra. Siguen en pie, con su grito tatuado en su íntima bandera, hincando pósteres de madera en su territorio interior y cimentando el miedo de un ladrillo a otro. Mancillan la tenebrosa ira del cielo a través de sus crudas paredes. Edifican su latido de vida. Dentro, una vez construido su hogar, el nuevo miembro de la naturaleza comienza a respirar la pureza de las montañas y rezar cada día para que la tierra comience a sanar. Hay una canción de Michael Jackson que habla sobre el estado mental de la tierra. Con impactantes imágenes, muestra el lado real del dolor de un árbol, un cielo que compartimos y el suelo sobre el que pisamos. Tierra muerta que se derrama en unas manos sedientas de paz; el bosque abriéndose por la mitad. Todo arde, hasta las lágrimas. Rendición. Tiembla el mundo, sacude los cuerpos, sacude la esperanza, y todo vuelve después a su sitio. La retrocesión del ayer, los sueños que se perdieron por el camino, Michael implora a un Dios omnisciente aquellas preguntas que grita con toda su alma, preguntas como que hay de nosotros, del ayer, de la lluvia, de los reinos convertidos en polvo, el llanto de los animales y las riberas, el valor de la naturaleza y nuestra alma. Esa canción muestra claramente todo el daño y olvido que hemos hecho a nuestra madre tierra. Siempre que la escucho me sacude. Es una canción tan viva que es imposible no sentirla dentro de mi corazón.


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