Siempre he encontrado inspiratoria esa ruta, ese trozo de calle empedrada que conduce a una plaza silenciosa, recóndita del mundo, donde se puede pensar con claridad.
2023-01-15
Este nuevo comienzo de año, mientras comía una uva tras otra, visualicé todos los nuevos comienzos que deseé en mi vida, aquellos bloqueos que derribaría con paciencia. Hay una frase de Sócrates que elijo en esta ocasión y que dice lo siguiente: El secreto del cambio es enfocar toda tu energía, no en la lucha contra lo viejo, sino en la construcción de lo nuevo. Este año quiero que esa frase prevalezca en la toma de alguna decisión.
Apuntar a la luna, a una nueva estrella. Apuntar alto, y si caigo al menos lo habré intentado. Este año es como una puerta nueva que se abre para descubrir su interior. Aprender a dar un paso adelante, una zancada más grande y no temer la indiferencia en alguna mirada a la que sonreímos. Palparnos las heridas, cerrarlas a paso lento. Deletrear los miedos con soltura sin tropezar en la vocal estancada. Amar nuestro nombre. El cambio que realizas contigo mismo es el cambio que también tendrás en la relación con los demás. Habrá días buenos. Días malos. Calendarios sin citas previas y con planes cancelados. Habrá cambios de página, nuevos viajes, y sobre todo nuevas lecciones. Por eso, siempre que se comienza un nuevo año me propongo asumir cambios para mejorar. Mantener en alto la mirada y mi sonrisa, preparada para saltar alguna piedra. Cuando leo un fragmento de un poemario de una de mis poetas favoritas: Mary Oliver, que habla de una semilla que se convierte en árbol, que forma parte de un todo, me pregunto si somos todos nosotros como esa semilla en el estómago de una tierra que tomamos prestada. Observo mucho mi entorno y percibo cierta decadencia de ánimo.
Por otra parte, he comprobado que sonreír a alguien no solo hace feliz al destinatario sino a ti mismo. Se aprende mucho observando. Muchas veces, en mis días libres cuando acabo un quehacer, paseo por paseo de Gracia, hasta desembocar a la Diagonal y Provenza. Otras veces camino hasta Sarrià. Hay algo mágico que se percibe en las calles de esta gran ciudad. Un aliento de vieja leyenda, ambiguos edificios que pertenecieron a la burguesía y que son indudablemente hermosos. Para dar la bienvenida al año, paseé hasta el monasterio de Pedralbes. Siempre he encontrado inspiratoria esa ruta, ese trozo de calle empedrada que conduce a una plaza silenciosa, recóndita del mundo, donde se puede pensar con claridad. Muchas veces, en el silencio se halla una verdad. Pero no todos la escuchan. Cuando se concede el arte de pasear, se aprende sin palabra lo que una imagen ofrece en todo su esplendor. Es una conversación entre tú y ese algo que está ahí y que no se ve. Por eso, he querido mencionar a Sócrates con su consejo sobre la construcción de lo nuevo. Es como mudarnos de piel de una estación a otra. Mudar el pensamiento, la lógica, el dolor y también la esperanza. Mudando se encuentra un sitio. Pienso inevitablemente qué historia emerge tras un balcón. Dentro de un hogar hay un planeta distinto. Empecemos este año con esa esperanza que a veces se queda en un rincón. Probemos a fluir. A ser más empáticos con un rostro sombrío o con la desgana de un saludo. Hay vidas que se arrastran por el mismo suelo y pocas veces encuentran consuelo. Este año, construyamos algo nuevo. Construyámonos a nosotros mismos.
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