6-11-2022
De triste recuerdo en este país, fue el día en que Alfonso Guerra, otrora todopoderoso vicepresidente del gobierno, dijera la frase: “Montesquieu ha muerto”. Ya casi nadie se acuerda de él, sencillamente porque Felipe lo defendió públicamente. Después de que pillaran a su querido hermano Juan, “el cafelitos”, guardando los billetes entonces azules de diez mil pesetas por paquetes, fruto de los convolutos que recibía por su labor de conseguidor. Y salió Felipe al telediario para defenderlo: “si quieren, dos por el precio de uno”. Al día siguiente, Guerra dimitió y Felipe, se quedó. Por si alguien le había creído.
Pues bien, esa histórica y dañina para la democracia, frase. No hacía otra cosa que reconocer que España no goza de ese sistema político, que otrora provocaba fuertes dolores de boca de la gente que tanto lo ansiaba y pedía. Pero eso es algo que no me sorprende, puesto que aquí, aunque se votó una Constitución de forma mayoritaria por el pueblo español en 1978. Bien es verdad también, que fue consecuencia de una pregunta trampa muy bien pensada. Ya que se les inquiría a los españoles que eligieran entre la Constitución o seguir en el régimen anterior. Estaba claro que después de 40 años de dictadura, la gente iba a reaccionar en masa.
Pues bien, esa Constitución, aunque no cuenta entre su articulado, uno que expresamente imponga la separación de poderes como condición “sine qua non”, para que exista esa supuesta democracia. Sin embargo, si lo hace de forma intrínseca puesto que el título VI del poder judicial, desarrolla tanto su composición, como su funcionamiento. Y dice expresamente que, dicho órgano está integrado por 20 vocales, que debe renovarse cada 5 años. De los cuales, 12 son elegidos por el Parlamento de entre un número superior propuesto por los propios jueces y el resto por el propio Parlamento de entre juristas de reconocida competencia. Y ahí estaba la trampa, puesto que el Parlamento en un principio solo podía elegir 8, el resto los elegían los propios jueces. Como la garantía de independencia judicial de esa forma de elección era sólida, el PSOE, con la connivencia de los demás partidos, rompió la baraja. Para ello, se sirvió de uno de esos jueces “bizcochables”, porque parece más un activista político, que un juez. Ya que fue el que posibilitó con su voto el asesinato de la independencia judicial, por lo que es conocido dentro del mundo judicial, como el que mató a Montesquieu, a través de una ley orgánica en el año 85. Lo cual supone de hecho, una reforma constitucional por la puerta de atrás.
En estos últimos tiempos, en los que tanto comunistas, terroristas, como golpistas catalanes, colaboradores necesarios para que el Dr. Fraude ostente el cargo de presidente del gobierno. Razón por la cual le exigen para seguir haciéndolo, que les ponga un Juez por cada uno de esos partidos. Por lo que dan todos los días la tralla, de que el PP no cumple la Constitución, por su bloqueo a la hora de repartirse esos jueces. Si no fuera porque ninguno de los partidos con poder la cumplen, sería para “jartarse” de reír.
Y es que no hay que olvidar, que, entre otras, la función principal del poder judicial es la de controlar los abusos tanto del poder ejecutivo, como del legislativo. Por eso en este país, los voceros que claman por cumplir la Constitución se acompañan de dos huevos duros
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