... quiero mostrar algo que he descubierto recientemente. Son algunos artículos escritos entre 1854 y 1874, en el New York Daily Tribune.

2024-01-28

 

Solo el pueblo vencerá

 

Como ya sabrán ustedes, si es que alguien me sigue leyendo. Siempre intento justificar y/o argumentar mis opiniones, amparándome en el conocimiento, tanto científico, como histórico. Y no, no es que me guste parecer pedante, ni erudito. Pero me molesta, sobremanera que alguien me tome por tonto. Sobre todo, si yo no quiero.

Resulta que la afición a la lectura que siento y cultivo desde pequeño, incluso cuando no tenía más que para cambiar tebeos por una peseta. Siempre me ha devuelto la inversión en forma de satisfacción, cada vez que aprendo algo, tanto como obligación a la hora de estudiar, como por puro placer. Ya que te permite hablar de algunas cuestiones, incluso con supuestos expertos en las mismas, sin hacer el ridículo. Pero sobre todo, lo que te permite es callar, ante la certeza de meter la pata hasta el corvejón, para con ello escuchar esas opiniones fundadas en el conocimiento.

Han sido ya varios los artículos que he suscrito, en los que muestro el casi perfecto paralelismo entre los hechos acaecidos durante la Segunda República española y el presente en este nuestro país. En algunas circunstancias y/o hechos, es casi perfecto. Tanto que a veces sabiendo cómo acabó ese régimen que nos dimos los españoles, que empezó sin un solo tiro, sin algaradas o como se llamaban entonces, huelgas revolucionarias. Ya que la ilusión y la esperanza las reemplazó. Sin embargo, su estudio también nos puede enseñar que hace falta algo más que buenas intenciones.

En el presente artículo les

quiero mostrar algo que he descubierto recientemente. Son algunos artículos escritos entre 1854 y 1874, en el New York Daily Tribune.

Resulta sorprendente la terrible similitud con el presente. En ellos, pone negro sobre blanco, lo que pensamos muchos. Que no es otra cosa que no hay en Europa otra región y/o país, que muestre un interés tan profundo para un observador reflexivo que busque respuestas.

Sabido es que tenemos una larga tradición en insurrecciones, sean de espadón o a través de traiciones, tanto al pueblo soberano, como a los sistemas jurídicos por los que nos hemos constituido como país, desde hace más de 500 años. Así podemos constatarlo a finales del siglo XIV, cuando la aristocracia se rebeló contra Juan II y su Valido, don Álvaro de Luna. Un poco más tarde, se volvieron a reproducir grandes enfrentamientos contra Enrique IV, así como contra su segundo, don Juan de Pacheco, Marqués de Villena. O la guerra civil entre los comuneros contra Carlos I, que culminó con la derrota de estos en la batalla de Villalar en 1521.

Para no cansarlos en demasía, les diré que también los hubo y muy graves, en el siglo XVII, así como también en el siguiente. Sin embargo, me centraré más en el siglo XIX, con el tratado de Fontainebleau, firmado por el Valido de Carlos IV y favorito de la reina don Manuel Godoy, alias el choricero. Sobre el reparto de Portugal y la entrada de las tropas francesas en territorio nacional. Todo lo cual provocó una insurrección del pueblo de Madrid contra Godoy, la abdicación de Carlos IV y la subida al trono de su hijo Fernando VII. Para finalmente estallar la llamada guerra de la independencia contra Francia, liderada por aquel entonces por un militar llamado Napoleón Bonaparte. El cual cometió un terrible error, ya que aunque España estaba como nación, de cuerpo presente. No obstante, no era así para su pueblo. El cual estaba vivo y dispuesto a hacérselo pagar al francés, que había impuesto como rey a su hermano José. Todo lo cual, hizo levantarse al pueblo madrileño y este fue aplastado por Murat, mariscal y cuñado de Napoleón. Como reacción, surgió muy pronto otra sublevación, esta vez en Asturias, que rápidamente se generalizó a todo el país. Eso sí, los nobles se habían arrodillado, afrancesados, se les llamaba, ante los franceses, con la intención de seguir manteniendo sus privilegios. Para ello, el 7 de junio de 1808, se fueron a Bayona para postrarse ante José I, Pepe botella, como le llamaba el pueblo llano. Allí estaban liderados por el duque del Infantado, el cual se dirigió al rey impostado con estas palabras: Señor, los grandes de España han sido celebrados siempre por su lealtad a su soberano, y V. M. hallará ahora la misma lealtad y adhesión. Para prueba de dicha traición, 91 firmaron una nueva Constitución el 7 de julio Por lo que para los españolitos de a pie, apoyados por jóvenes universitarios, supuso una insuflación de energía, puesto que gracias a ese mal, ellos veían una oportunidad ideal para librarse de su rey y de su gobierno, al tiempo.  Por lo que una llama recorrió el territorio nacional, que salía del pueblo llano y se dirigía con toda la furia posible sobre los antiguos miembros de la administración, puesto que veían en ellos a siervos arrodillados ante los franceses. Pronto, al frente de cada junta provincial, había un ejército. Sin embargo, como parte negativa de estas iniciativas, estaba en la independencia de cada una de ellas, ya que hacían la guerra cada una por su cuenta. Tan solo había una que sobresalía sobre las demás, que era la Junta suprema de Sevilla, por lo que era considerada capital de España, mientras durara la ocupación de Madrid. Pronto se vio que no era más que la heroicidad de las gentes humildes, arengados y mandados por líderes provinciales con ínfulas y vistosos uniformes, que unas veces se enfrentaban a los franceses y otras, a las otras juntas provinciales. Así, en julio de 1808, mientras se producían las victorias en Bailén, Zaragoza y la Coruña, encabezadas por Castaños, Palafox y el marqués de la Romana. José I, se veía obligado a dejar Madrid para instalarse en Burgos. Y lo que en apariencia iba contra los mismos españoles, la fragmentación de las juntas provinciales, encabezadas por el pueblo, constituyó el principio del fin para las tropas francesas. Ya que la resistencia estaba concentrada en todas partes y en ninguna en concreto, surgían como focos de guerrilla, daban el golpe de mano y se retiraban, por lo que los invasores estaban cada día más débiles y desorientados. Pero de nuevo volvieron aquellos enfrentamientos de las juntas entre ellas, tanto que Sevilla casi ataca Granada. Dándole tiempo a los franceses a consolidar de nuevo sus posiciones tras el Ebro. Y esa fragmentación que habían provocado los líderes locales, volvió a reconvertirse en un solo ejército de gentes del pueblo, como reacción a la sangrienta represión que el general Merlin llevó a cabo en Bilbao. Y de nuevo volvieron a caer en esa fragmentación de las juntas, enfrentadas de nuevo entre ellas, siendo aplastadas por unas tropas francesas, a las cuales les habían otorgado la oportunidad de hacerse fuertes de nuevo. Por lo que de nuevo volvieron a la resistencia atomizada en guerrillas locales. Tanto fue así, que el mismo duque de Wellington le escribía a su hermano, el marqués de Wellesley, el 1 de septiembre de 1809: …por lo que he visto en los procedimientos de la Junta Central, mucho me temo que la distribución de sus fuerzas no atienda tanto a la defensa militar y a las operaciones de guerra como a las intrigas políticas y al logro de fines políticos insignificantes…Como podrán imaginar, con este breve recorrido por nuestra historia,

lo que quiero mostrarles no es otra cosa que de cara a afrontar las ignominiosas traiciones que hemos sufrido como pueblo, por parte de las clases poderosas, unas veces los jueces y abogados, otras por los mismos monarcas y/o jefes del estado y las más, por los arribistas con ínfulas, pero sin moral,

como el que sufrimos en estos momentos por parte del presidente del gobierno, más conocido por Pinocho. Retorciendo las leyes y las instituciones, para postrarse a los pies de sus socios golpistas y pistoleros etarras, con tal de seguir en la poltrona. Por lo que si salimos de esta, será gracias a la unidad que como pueblo podamos mostrar en ese enfrentamiento, que sin duda se dará, para hacerlo caer.


 

Para dar tú opinión tienes que estar registrado.

Comments powered by CComment