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2024-02-11
Los platos chinos
La realidad que vivimos en nuestro todavía país, ya que mañana podemos ser una franquicia de no sé qué república bananera, es que ya lo tragamos todo, lo normalizamos todo en un santiamén. Resulta que esos cambios de opinión a los que nos tiene acostumbrados Pinocho, ya se dan hasta por escrito, en asuntos técnicos e importantes en las diferentes administraciones del Estado, como la fiscalía.
Resulta que el fiscal del Tribunal Supremo Álvaro Redondo evacuó un informe favorable a la imputación por terrorismo contra Puigdemont.
Ante tal osadía, lo llama el fiscal general del Estado y esa misma noche, hace otro que dice exactamente lo contrario. Y como todo el mundo sabe, porque él lo dice, el fiscal general acusado por el Tribunal Supremo de desvío de poder, no ha influido en Redondo para que se dé ese cambio y con ese celo tan eficaz y rápido. Y no pasa nada. No pasa nada tampoco, cuando se cambia el código penal para beneficiar a personas con nombres y apellidos, algo que supuestamente prohíben expresamente todas las legislaciones occidentales, aquí no lo parece al menos. Tampoco pasa nada cuando lo que hace es asumir un compromiso, que luego no cumple. Porque le pone el vestido del bien común, que además justifica con su manido: como todo el mundo sabe… Como recientemente ha pasado con su sentencia pública: el separatismo catalán no es terrorismo, como todo el mundo sabe… Todo apunta que el único que no se ha enterado, o los únicos, son los magistrados que sí ven más que indicios fundados de tales ilícitos penales en esos comportamientos. Lleva su famosa ley de amnistía, a la que también sentencia como de una constitucionalidad impoluta, como todo el mundo sabe. Como se nota que la ha hecho uno de sus esbirros sin escrúpulos, aunque con conocimientos jurídicos más que notables, y que lleva la toga perdida de fango. Pues tampoco pasa nada, llega la susodicha ley al Congreso de los Diputados y se la tumban por una mayoría absoluta, con la oposición y el voto negativo, de esos mismos a los que busca beneficiar. Y tampoco pasa nada, se llevará otra vez al Congreso sin cambio alguno, y se volverá a votar. Así hasta que salga aprobada. En esas mismas circunstancias, un ministro del interior, también del PSOE, como Corcuera le llevó a la decisión de dimitir, por vergüenza torera. Ahora que se ha visto que, cuando sea aprobada, tampoco dará cobertura esa inmoral e ilegal amnistía, en mi humilde opinión. Pues resulta que, tal y como yo dije en un artículo anterior, se podría argumentar e imputar un delito de alta traición, por la injerencia más que probada de la Rusia de Putin, en apoyo de ese golpe de Estado que dieron los separatistas catalanes. Pues después de su argumentación del terrorismo bueno, ahora ya no hay defensa alguna. Entonces ese ánimo de ser juez y parte, ahora se decanta por cambiar la LECrim, para asegurarse que los jueces de instrucción no tarden tanto en la instrucción de los casos, sobre todo si los mismos tienen como imputados a políticos, siempre que sean de su cuerda. Algo a lo que, por cierto, se opuso frontalmente cuando lo plantearon por razones parecidas, los cobardones del PP. Aunque lo que realmente busca, es que la instrucción de los casos recaiga sobre los fiscales que, por cierto, están quedando como Cagancho en Almagro, porque como todo el mundo sabe, ¿de quién depende la Fiscalía? Ante todos esos frentes abiertos, sumados a los de su tesis, el carguito para Begoña sin titulación, el CIS para Tezanos, Fiscalía general, Tribunal Constitucional, Tribunal de cuentas, amiguetes colocados con grandes sueldos, etc., etc. Él siempre llega para aplacar esas flagrantes conductas tan escandalosas, algunas de ellas más que inmorales, que lo son, podrían constituir ilícitos penales y dormirlos. Y sigue sin pasar nada. Me recuerda mucho a ese número de circo llamado los platos chinos. En el que
una persona gira un plato sobre la punta de un palo, y luego otro, y otro, y otro. Para luego a la carrera pasarse por cada uno de ellos, darle un par de vueltas más, y así evitar que se caigan.
Y frente a él, un pueblo que ha pasado de estar adormilado, a estar asfixiado, por la inflación que afecta a los productos más necesarios, como la comida fresca y el combustible, por no hablar de una presión fiscal cada vez más parecida a la confiscación, como espectadores. De los cuales, una parte lo vitorean y la otra, lo maldicen. Aun estando de acuerdo en que tales conductas no están bien, pero mientras no gobierne la fachosfera. Con lo que, que se le caigan algunos platos, aunque sean los propios, no pasa nada.
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