De verdad qué pena, aunque a fuerza de decir verdad, lo que se vio en la tele, es fiel reflejo de la zafiedad e ignorancia subvencionada en la que nos han inundado.

2023-07-16


Anoche, como muchos ciudadanos, decidí cerciorarme de lo que ya sabía. Que no es otra cosa que Pinocho está acabado. El espectáculo de ayer es impropio de cualquier democracia, puesto que los moderadores, sobre todo ella, dejaban una y otra vez que los ataques de ira y pataletas de Fráudez, se impusieran en el tiempo de su oponente en el supuesto debate. Tanto es así, que se erigió como representante de las mujeres exigiéndole a Feijóo que les pidiera perdón. Porque es inadmisible que después de muchas partidas con cartas marcadas, se les pida que acepten un cambio de baraja, y si puede ser sin marcar, mejor. Solo le faltó a la supuesta moderadora, sacar la cachiporra tal y como sucede en las funciones de marionetas, para darle al “bueno”.

Nada más llegar, se vio que Pinocho ayer iba pasado de vueltas. Se esforzaba por controlar esa risa ida, dando paseos sin rumbo fijo. De vez en cuando se iba para el lado del aspirante, en un intento infantiloide de provocar el enfrentamiento. Cuando lograron sentarlo, se frotaba compulsivamente las manos, retorciéndose los dedos, con la “quijada” tan apretada, que todo indicaba que iba a salir disparada contra su oponente.

Pinocho rompió el hielo “incandescente” con el bloque de economía. Y ahí, de nuevo, se descubrió algo que es un secreto a voces. Que no es otra cosa que es un blufff y que su supuesto doctorado, por mucho que lo hayan mandado a dormir el sueño de los justos, es más falso que un euro de plástico. Todo está muy bien, en ese país que pintaba, mientras Feijóo le afeaba las mentiras tan aparentes. Puesto que la pérdida de capacidad adquisitiva de los españoles no es que haya caído, sino que se ha hundido. Ya que comer alimentos frescos se ha convertido en un lujo tan grande e inalcanzable, como los coches eléctricos, por ejemplo. Sin embargo, es a estos últimos es a lo que se le asignan beneficios y ayudas. Y qué decir de las subidas de tipos de interés que nos van a aplastar o de la inflación, que no han deflactado, en un intento de trileros, de arreglar unas cuestas públicas barnizadas con esa entrada extra de pasta a raudales por ese “ministerio” de hacienda, que nos coge de las piernas y nos zarandea para que caigan hasta las últimas monedas que podamos tener en los bolsillos. De verdad qué pena, aunque a fuerza de decir verdad, lo que se vio en la tele, es fiel reflejo de la zafiedad e ignorancia subvencionada en la que nos han inundado.

Ahora, al menos para mí, cobra sentido el que Pinocho se halla “encerrado” cuatro días, supuestamente para preparar el debate. Mientras que su oponente, no haya cambiado su agenda de mítines, porque para eso es la campaña electoral. Y no es que sea mucho más brillante, aunque como se encargó de recordarle. Ha dedicado 30 años de su vida de funcionario, a gestionar la seguridad social o correos, sin ir más lejos. Mientras que Pinocho se dedicaba a medrar sillones, primero en universidades privadas y luego en cajas de ahorro, a las que ayudó a quebrar.

Por lo que quedó “clarinete”, como dicen los castizos, que esos cuatro días, Pinocho los dedicó a una de las tareas de las que más goza, que no es otra cosa que mirarse al espejo. Sin embargo, ya no funciona. Porque hasta su reflejo le recuerda algo que se ha convertido en divisa en España. Que no es otra cosa que: “que te vote Txapote”.


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