Mientras tanto, la ciudadanía de a pie, la no subvencionada, asfixiada por la tremenda inflación que grava a los alimentos frescos. Ya que, para comprar papas o una sandía, hay poco menos que llevar la nómina a la tienda.

2023-07-30


Ayer, domingo 23 de julio, vivimos las decimoquintas elecciones en esta supuesta democracia. Y las vivimos con un calor sofocante, que terminó convirtiéndose en sofocante sonrojo. Para unos de alegría nerviosa, para otros de incredulidad contenida y para el resto, de vergüenza. Vergüenza porque a las claras se vio como en la mayoría de los colegios electorales pasaban los “agraciados” por sorteo de pertenecer a las mesas electorales, como pollos en un asadero. Todo por la cacicada que acometió una vez más Pinocho, cuando decidió poner las mismas en mitad de las vacaciones de verano. Aun sabiendo que, en algunas regiones como la nuestra, está prohibida tal cuestión por ley. Pero si algo vamos viendo ya, es que poco le importan las leyes a semejante personaje. Ya pocas cosas e instituciones le quedan por pisotear.

Por otro lado, los ganadores de las elecciones, los del verano azul del PP. Que no se han enterado a estas alturas de que Chanquete ha muerto. Pero para ellos, lo más importante, es aparentar que son el centro. No sé de qué, pero centro, al fin y al cabo. Que a su juicio les hará olvidar a los electores el nefasto guion que jugó el “Rajoyismo”, repleto de traición y cobardía en esta España, que más bien parece una película de miedo.

Vox, en su incansable lucha contra molinos de viento en aras de su defensa de la nación que ellos entienden, pero que no saben cómo trasladar a la ciudadanía. Desde luego no va por muy buen camino, a juicio de este humilde junta letras. Ya que echando a grandes valores que abanderaban el liberalismo y, que han hecho desaparecer de un plumazo de sus filas. Para cerrarse todavía más en torno a su amado líder, que pierde el poco tiempo de que dispone en los poquísimos medios que le dispensan una pequeña oportunidad para la presentación de sus ideas.

Y qué decir de Sumar, ese batiburrillo de partidos y personas, que no saben bien ni ellos mismos que quieren ser. Ahora sí, como buen invento de Pinocho, como el que le pone un piso a la querida. Pero que Yoli trapiños ha aprovechado a la perfección para auparse en sus rodillas, para que se entere de que, si logra formar gobierno, deberá llevarla de nuevo en él. Con la única idea fuerza que transmite es que le gusta mucho planchar. A ver si finalmente va a resultar que es verdad y las maletas de Delcy Rodríguez estaban repletas de ropa para planchar.

Por lo demás, el resto, unos han desaparecido y otros han resurgido con su puesto en el Congreso de los Diputados, pero que todos están rezando para poder cobrar los pingües emolumentos que ello les reportará.

Mientras tanto, la ciudadanía de a pie, la no subvencionada, asfixiada por la tremenda inflación que grava a los alimentos frescos. Ya que, para comprar papas o una sandía, hay poco menos que llevar la nómina a la tienda. Con unos tipos de interés cada vez más elevados, que hacen cada vez más difícil pagar las hipotecas de sus casas. Las cuales empiezan a temblar de pura debilidad, puesto que ya suponen casi la mitad de los sueldos. Y con una pérdida de poder adquisitivo que hacen recordar tiempos que creíamos ya enterrados.  Y eso sin entrar todavía en recesión, como ya lo están economías mucho más fuertes, como la alemana, sin ir más lejos.

Por ende, estas elecciones cambian la letra, pero no el son, que pasa del que te vote Txapote. Al que te vote Puigdemont.


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