2022-12-18


España, dicen que es un país peculiar. Y es bastante probable que quienes dicen tal cosa, lleven razón. Su vasta historia así nos lo debería hacer ver, porque tenemos bastantes ejemplos para ello.

Como la pérdida de las últimas colonias, con una colosal derrota en una guerra que empezó con uno de los grandes timos a la historia de las relaciones internacionales. Ya que se inició con la excusa del hundimiento del Maine, que, desde esos mismos momentos, era un secreto a voces que se trataba de una operación de falsa bandera. La respuesta de los españoles en el campo de batalla fue épica, como casi siempre. Dispuestos a morir dando lo mejor de sus mejores hijos, mientras aquí los ciudadanos de a pie, que perdían a sus hijos, al mismo tiempo eran engañados por su propio gobierno, y que decir de los medios de comunicación. Para los cuales iba a acabar con una sonora victoria sobre las tropas de los casi salvajes Yankees.

Sin embargo, hay un mejor paralelismo en nuestra historia con los tiempos actuales. Que no es otro que Fernando VII, que empezó siendo el deseado, para acabar como el rey felón. Y es que se veía venir desde sus comienzos. Cuando conspiró contra su propio padre, Carlos IV, quien no fue tampoco un gran gobernante, pero por lo menos el traidor no era él, sino su valido, Godoy. Ambos cayeron ante el empujón que supuso el motín de Aranjuez acaudillado por el segundo hijo del rey, que pasó a ser Fernando VII el deseado, por su promesa de volver a traer la grandeza a España. Pero en realidad, lo que trajo fue la humillación, la cobardía y, como gran valor, el fraude. Y como no, la traición, pues se puso de rodillas ante Napoleón y, la tiranía. Que se pondría de manifiesto, a su vuelta de Francia en 1814, después de la demostración de valentía y orgullo del pueblo español al expulsar al mejor ejército del momento de suelo español. Este lejos de intentar ponerse a la altura de sus “vasallos”, los vendía una vez y otra, mientras se dedicaba a lo que más le gustaba. Que no era otra cosa que dedicarse al hedonismo más inmoral. Puesto que su mayor afición era la visita casi a diario del burdel de Pepa la malagueña. Mientras hacía creer a todos que apostaba por la Constitución, curiosamente conocida también por la “Pepa” y traicionaba una y otra vez a los liberales, otrora sus grandes aliados para llegar al poder. Que terminaron pagando con sus propias vidas, el propio Riego, o Juan Martín Díez, “El empecinado”, héroes de la guerra de la independencia o la misma Mariana Pineda, de triste recuerdo para la memoria colectiva de los granadinos.


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