11-09-2022

Hoy, decido olvidarme de Pinocho, aunque me cueste trabajo. Máxime después de ver el publirreportaje de ayer, en el que 50 ciudadanos, ciudadanas, ciudadanes y demás sustantivos demagógicos.

Sobre todo, porque se dice que son escogidos al azar, pero se le olvida que ese supuesto azar, tiene apellidos y voluntad, aunque siempre sea la misma. Porque no me puedo creer que a ninguno de ellos le preocupe la inflación que nos asfixia lentamente en España.

Tampoco me voy a detener en esa chapucera puesta en escena del supuesto “magnicidio” argentino. En el que se ha visto envuelta esa más que probada delincuente llamada Cristina Fernández de Kichner, y que oh, casualidad, le ha permitido pasar al ataque en esa acusación a la que se enfrenta. Y es que basta ver como ella sigue firmando libros y repasando chascarrillos con los que la rodeaban, mientras el supuesto “asesino” salía escoltado por policías, sin siquiera esposarlo. No sea que no pueda firmar fotos de su Book. Ya solo falta que se descubra que las balas de la pistola sean las mismas de Marlaska.

Y hablando de Marlaska, resulta que el llevar a los asesinos etarras a su casa, como pago por sus servicios, ya no está de moda. Porque como no se cansa de decir, ETA no existe. O que la delincuencia haya subido en España el 25% en el último año. O que ese valiente murciano, que, acompañado por dos amigos, fueran a echar de su casa a los okupas. Si esa misma que le cuesta cada mes más trabajo pagar la mensualidad de la hipoteca. Y que, con asombro, observamos como en todos los medios, previamente “untados” de forma generosa para intentar crear una nueva cosmovisión de las políticas “solidarias” de un gobierno, onerosamente despilfarrador y gran aficionado al “amiguismo”. Pues como decía, nos trasladan que el único que debe preocuparse es ese ejemplar ciudadano que ha defendido lo que es suyo y que le cuesta tanto esfuerzo pagar, puesto que le puede llevar a prisión.

Pues no contento con ello, ese inefable ministro, ministra o ministre, que otrora fuera juez estrella en la lucha antiterrorista, y que algunos ya empezamos a pensar que esa “cagada” que supuso el caso “Faisán”. Que terminó con el encargado etarra de cobrar ese mal llamado impuesto revolucionario, a la fuga. Y que no dejaba de ser pago por seguir vivos a todos aquellos que se resistían a morir ante la extorsión terrorista. Pues su paso y su actuación como ministro del interior, lleva a pensar a algunos si esa llamada telefónica que recibió el dueño del bar Faisán, no llevaba el prefijo de la Audiencia nacional.

Pues no, nada de eso es un problema. Es más, no existe más problema en los cuerpos y fuerzas de seguridad, que el lenguaje. Que resulta que no es suficientemente inclusivo. Razón por la cual, les exige a través de una guía que "adapten el lenguaje para dar mayor visibilidad a la presencia laboral de la mujer, sobre todo en aquellas áreas de trabajo donde su proporción con respecto a los hombres ha sido históricamente escasa…". Aunque con ello se pierda en eficacia en la transmisión de órdenes. Puesto que es sabido que es mucho más importante para la seguridad ciudadana, convertir un sistema de comunicación rápido y eficaz, en un trabalenguas. Eso sí, mucho más inclusivo y acorde a los nuevos tiempos. Donde el nuevo slogan es, inútiles y trileros al poder.

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