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MANUEL PEGALAJAR PUERTA "La Unión se fundamenta en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de derecho y respeto de los derechos humanos... |
2025-08-10
La defunción de la U.E.
El pasado 27 de julio asistíamos a esa imagen obscena de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, cerrando un acuerdo sobre aranceles y comercio con Donald Trump, al que yo llamo el tarado de la Casa Blanca porque, por más poder que tenga y pleitesía que se le haga, estoy convencido de que lo es —solo un tarado puede sostener desde la presidencia de los EE. UU., como él lo hizo, que la Covid se cura a base de inyecciones de desinfectante—. Bien, el acuerdo de referencia no fue tal, sino posiblemente la mayor humillación que ha sufrido la U.E. a lo largo de su historia: sucumbir a las exigencias de Trump de aplicar un 15% a las exportaciones de la U.E. a Estados Unidos, no aplicar ningún tipo de arancel a cambio a dicho país, comprometerse a la compra de gas natural licuado, petróleo y productos energéticos a EE. UU. por valor de 750.000 millones dólares en los próximos tres años, así como el compromiso de la U.E. de inversión de 600.000 millones de dólares, especialmente en la industria militar yanqui.
Por parte de Von der Leyen se interpreta esto —o nos lo ha intentado vender— como un acuerdo político que restablece la estabilidad y previsibilidad para los ciudadanos y las empresas a ambos lados del Atlántico, según sus propias palabras. Es curioso, maridar los términos estabilidad y previsibilidad con Donald Trump, ya hay que ser ilusa. Justo cuando se está redactando este artículo, los medios informan que Trump advierte que puede incrementar los aranceles pactados con la U.E., pasando del 15 al 35%, si la U.E. incumple sus compromisos de inversión en EE. UU.
Aun así, lo que termina de dar sentido al titular de este artículo no es lo anterior, no es la claudicación de la U.E. ante los EE. UU., sino la actitud que aquella viene manteniendo ante el genocidio del pueblo palestino, algo que hace saltar por los aires las costuras fundacionales de la Unión Europea desde el punto de vista de sus valores y sus principios políticos. No debemos olvidar que la U.E. tiene una Constitución que, en teoría, hay que respetar y que da sentido a la propia Unión desde el punto de vista de la cohesión política entre todos sus Estados miembros. Una Constitución que en su artículo I-2 dice que:
“La Unión se fundamenta en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de derecho y respeto de los derechos humanos…”
El silencio cómplice de la U.E. ante el genocidio que está perpetrando el Estado de Israel, la ausencia de sanciones a este Estado, creado y engordado por el crimen, el saqueo y el robo de territorios a l@s palestin@s, es la cinta métrica que, con total precisión, pone a la U.E. en su sitio y, con ella, a todos nosotros y nosotras; no somos una Comunidad a la que realmente le importe el respeto por los derechos humanos, ni la dignidad humana, ni la libertad, ni la democracia, sencillamente porque no nos preocupamos en intentar hacer respetar a otros los derechos humanos, de manera que el no actuar, el no intervenir, siquiera mínimamente, no nos convierte en neutrales, sino en cómplices. No estamos en condiciones de dar lecciones, ni siquiera de susurrarle a nadie, nada que tenga que ver con esos valores que, vergonzosamente, hemos pisoteado, y lo seguimos haciendo, a través de nuestros representantes y referentes políticos europeos cuando estos dejan claro que a la U.E. le importa un comino que el Estado genocida de Israel pisotee, cada día que sale el sol, esos valores y esos principios.
Vergüenza de Unión Europea.
Desde el río hasta el mar, Palestina vencerá.
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