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JUAN CANO PEREIRA "Como escandalosa troupe de un circo de los horrores, la conjura de los necios ha llegado a la ciudad |
2025-09-07
La conjura de los necios
Este final de verano de 2025 me provoca unas ganas irrefrenables de parar el mundo y salirme de lo que parece ser una proyección en sesión continua de la «revisitación» o del montaje alternativo del Apocalypse now de Coppola. Un ahora apocalíptico más flamígero e infernal donde el «The end» de los Doors suena en bucle como una tortura china, porque, efectivamente, «this is the end, beautiful friend».
Ya sabéis que yo soy un mucho de la cuerda de Schopenhauer. Vamos, un aguafiestas de libro, haraganeando entre la visceralidad de mis ocurrencias y el pesimismo más absoluto de mis artículos, pero ¿qué queréis que os diga…? Y no solo me estoy refiriendo a estas hogueras infinitas de su puñetera sexta generación que se retroalimentan con toda la mala baba de este mundo y parte del inframundo. Me refiero además a esas otras fogaradas avivadas a puros soplos de estupidez que han incendiado la piara que tarados y negacionistas han dispuesto alrededor de los últimos reductos de la inteligencia humana por orden de «los amos del cortijo», que diría el bueno de José Miguel Villarroya. Porque sí, «my beautiful friend», la inteligencia en el mundo cada vez da más muestras flagrantes de estar abocada a la extinción.
Ha quedado meridiano que, aunque los incendios en verano son inevitables, una buena política de prevención habría minimizado la devastación ocasionada por estos. De igual manera, en lo tocante a esta estulticia generalizada del personal que prolifera bajo el auspicio de las élites del poder, prevenirse contra el tinglado económico, mediático e incluso burocrático que sostiene el inmovilismo del sistema establecido, resulta un ímprobo esfuerzo abocado al fracaso de antemano. Aun así, y a pesar de la evidente diferencia en la correlación de fuerzas, las sociedades modernas no van a cejar ni un instante en la instrucción-formación de sus ejércitos de estúpidos de los que se servirán para arrojar a los márgenes de lo bien visto socialmente cualquier opinión disonante en la que se aprecie un ápice de crítica y por ende de inteligencia. Porque definitivamente, como escandalosa troupe de un circo de los horrores, la conjura de los necios ha llegado a la ciudad.
Solo nos queda la lucha por defender la presencia de nuestras voces, aunque sea desde la trinchera de la periferia, repartiéndonos entre los brigadistas defensores de lo razonable, de lo inteligente, como si de un manual de instrucciones se tratase, las «leyes fundamentales de la estupidez» que fijó Cipolla, las cuales no dejaremos ya de tener en cuenta ni un solo día de nuestra existencia. Pero sobre todas ellas la que dice que el estúpido es el individuo más peligroso del mundo; más peligroso incluso que el malvado.
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