FLORI TAPIA 

"Como si el mundo empezara a funcionar cuando nacemos.

2025-02-18

Salta la gamba

 

Cuando alguien resuelve su ignorancia sobre cualquier tema, acontecimiento o personaje alegando que no había nacido, me pongo de los nervios, porque tras este argumento tan peregrino subyace una sangrante escasez de cultura general, de esa que no se aprende en los libros. Esa respuesta suele ser evasiva, y de algún modo pretende justificar el desconocimiento de todo lo que no se ha vivido.

Como si el mundo empezara a funcionar cuando nacemos.

Desenvolverse en la vida implica tener ciertos conocimientos del pasado, información sobre lo que se está cociendo para no quedarnos desfasados, pero sobre todo estar en sintonía con el presente, más que nada para entender un poco de qué va esto. De lo contrario, es como pretender que las aceitunas rellenas de anchoa salen de la lata, sin tener en cuenta las raíces del árbol del que brotaron los frutos, ni de la mierda de aditivos que hacen que algo tan sublime sepa tan rico. En cierta ocasión, uno que yo conozco —o creía conocer muy bien hasta hace poco— dando un paseo entre unas olivas, cogió una aceituna de cornezuelo directamente del árbol, se la llevó a la boca y en menos de un segundo la escupió porque le sabía a rayos. Normal. Igual se esperaba que supiera a anchoa, pero es que lo que esperamos pocas veces se parece a lo que tenemos. Solo por eso estaría bien que dejáramos de generar expectativas y pusiéramos el foco en construir lo que queremos. Pero hay gente que parece puesta en este mundo por el ayuntamiento, y ya se sabe lo que pasa con los fichajes a ojo por parte de cualquier administración.

Ahora me voy a poner seria. Muy seria. Y es que resulta que hasta The View, el programa que conduce Whoopi Goldberg, ha llegado el “montoyazo,” esa escena que ya es historia de la televisión, en la que el de Utrera —sobrino de Tate Montoya y nieto de Enrique Montoya para más señas— recorre una playa deshecho en rabia, dolor y furia, a cuenta de unos cuernos en toda regla. Le queda de la estirpe a la que pertenece ese gesto tan flamenco de partirse la camisa, y lo hace con destreza, quae sunt Caesaris, Caesaris, vamos, al César lo que es del César (que cuando me pongo a tirar de evangelio me quedo sola encontrando frasecitas cuya autoría se atribuyen a Jesucristo, a las que no hay mucho más que añadir, palabra de dios, te rogamos óyenos) y esta le viene al pelo a Montoya con el asunto de las camisas rajadas en prime time.

Pero iré directa al turrón: se ve que gusta en América ese concepto de ibericismo que pasa por la paella, el jamón de bellota, el flamenquito, y el macho encarnado en la figura de este hombre despechado —en sentido literal y metafórico— que va donde brilla, no lo digo yo, lo dijo él mismo, en vez de brillar donde va, expresión a la que ha dado una vuelta de tuerca que le ha salido de escándalo.

La esperanza de cruzar el charco sin aranceles está en manos de Montoya. Yo creo que Pedro el Macizo está perdiendo una oportunidad de oro, no nombrándole mediador ante el conflicto en ciernes entre Donald y la vieja Europa: Y es que este chaval no tiene precio dándole la vuelta (además de a las tuercas) a la tortilla —de patatas sin cebolla, porfa— entre lo que conocíamos de una manera y resulta que es de otra. Y si es necesario cambiar una rana por una gamba y hacerla saltar, se cambia y punto pelota.  Que se ande con ojo Melody, que este es capaz de presentarse en Basilea y lanzarse al escenario de espontáneo mientras ella se baja del columpio en las primeras notas de su Diva. Torería no le falta al mozo, que se vale de chascarrillos casposetes en vez de espadas, para capear el temporal de los lances de su Anita.

No sé si nos caerá la codiciada breva de Eurovisión, pero lo que no se le puede negar a la del gorila es su tesón y ese afán de poner toda la carne en el asador, entendiendo por carne su canción, y por asador cualquier micrófono delante de ella.

Algún día alguien no sabrá que en 2025 Montoya dio la vuelta al mundo con el único mérito de haber sido engañado por su novia en televisión, me vas a comparar tú eso con no saber quién fue Clara Campoamor, qué sucedió en Stonewall, o por qué las moscas se frotan las patitas. Hay una película entretenida y sencilla, de hace ya algunos años, que podría saciar tu curiosidad respecto a ese gesto, al de las moscas, y otra que no va de insectos, pero también me gusta recomendar, por cuanto tiene de necesaria, llamada 20.000 especies de abejas.

Y es que no todo es actualidad, de hecho, lo que otorga relevancia a lo que sucede es el impacto que no produce, de hecho, me encanta rescatar libros, música, películas o recuerdos que han dejado un poso en mí, aunque tengan más años que el fuego, que no es el caso.

Dicho esto, gracias por venir, Sandra, o lo que vendría a decir lo mismo en este contexto, gracias por leerme, guapi: me voy, hasta la próxima, y no sé con qué vendré ni sobre quién esparciré el veneno en flor de la ironía (y de lo intrascendente) la próxima vez que me leas, pero me encantará saber que el par de minutos que te lleva esta columna, te haya servido para esbozar una sonrisa, o dos si son pequeñas.


 

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