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FLORI TAPIA "Que le den morcilla a los zancadilleros y a quienes piensan que todo se puede comprar con dinero. |
2025-05-20
Espresso macchiato
Lo que vino a decirnos el resultado de España en Eurovisión —y digo de España y no de Melody de manera intencionada— es que también la extrema derecha extiende sus garras sobre asuntos tan aparentemente ajenos a la política como este festival. Mientas veíamos a Tommy Cash, con una corbata digna de Luis Aguilé, ironizando sobre la mafia en su actuación, representando a Estonia cantando en inglés e italiano con el tema que da título a esta columna, Israel sumaba cien muertes más de palestinos en Gaza.
De dónde salieron los votos a Israel, que, para empezar, no debería estar participando en nada que no fuera detener el genocidio que está devastando Gaza, ya te puedes hacer una idea. Pero mientras haya quienes no sean capaces de llamar a las palabras por su nombre y tirar de eufemismos sangrantes, lo del genocidio se maquilla con genéricos como conflicto, y como los genocidios no se comenten solos, sino por genocidas, se hace necesario buscar palabras que enmascaren la realidad para que los asesinos y los que promueven y sustentan el mayor de los crímenes, se sientan libres de culpa.
Vuelvo al festival. Caemos año tras año en la desidia de poner el foco en quien nos representa en Eurovisión, tal vez sabedores, de que así mismo fuera a representarnos una Caballé resucitada, nos comeríamos una mierda como un piano tras las votaciones.
Me apena que en esta ocasión el chaparrón lo haya tenido que soportar esta mujer pertinaz, trabajadora, y con un talento vocal a prueba de bombas. Bueno, a prueba de bombas precisamente, no, visto lo visto.
Espero que al menos le haya servido para desprenderse del gorila que a punto estuvo de tragársela desde que la descubriera El Fary, con la cancioncita de las manos hacia arriba, las manos hacia abajo, que sirve de cierre a cualquier fiesta de pueblo que se precie.
Tiene una sonrisa que no ha perdido a pesar de la aventura eurovisiva, unos rasgos que me recuerdan a La Cantudo en tiempo de Las Leandras, (no a la de ahora, tan artificial que pareciera que se conserva en formol, y solo sale de su letargo para asistir a juicios que siempre gana, aunque nadie entienda por qué), y la suficiente forma física como para hipnotizarnos con ese desparpajo que la caracteriza y que, en alguna ocasión, puede resultar excesivo. También tiene un novio merche, que diría Alexinos: un cañonazo argentino que no puede pasar desapercibido por más que haya querido mantener un discreto segundo plano todo el tiempo que ha durado la vorágine festivalera. El mozo es puro lomo, las cosas como son. ¡A ver si no va a poder decirse que el señor en cuestión está para entrar a vivir!
En el momento de escribir este artículo, Melody aún no ha comparecido en rueda de prensa para contar su experiencia, sin embargo, y a pesar de ese penúltimo puesto, las redes, la prensa escrita y los programas de televisión no han hecho sino resaltar la valía de la artista y poner en tela de juicio, otra vez, que no se trata de un concurso de canciones sino de países, algo queda claramente de manifiesto en las votaciones, más en sintonía con asuntos políticos que con la música. Este año, ni Portugal nos dio un mísero punto y en algún lugar he leído que es consecuencia del apagón. Telita. Me sorprende no haber leído ningún titular haciendo responsable a Pedro Sánchez (otro que tal baila en términos de cédula de habitabilidad) del fracaso de España en Basilea, pero lo mismo cuando estés leyendo esto, algún fachosferista ha tenido los santos bemoles de hacerlo: cosas más raras se han visto.
Esa injusticia es algo que hemos vivido todos en alguna ocasión: luchar por algo, hacerlo más que dignamente sacrificando tu tiempo porque haces algo que amas, y que un agente externo, vamos a llamarlo así, se cuadre para que te jodas y te hundas en la miseria tirando tu esfuerzo, tus ganas y tu empeño por la borda. Y aunque recibas palmaditas en la espalda alabando tu trabajo, el caso es que el resultado es lo que queda escrito. Aplícalo a cualquier cosa en la que hayas puesto el alma y tu tiempo y hayas visto cómo alguien que lo ha hecho peor que tú, ocupa ese lugar que no le corresponde. Esas cosas pasan. Todos los días, en todos los ámbitos.
Que le den morcilla a los zancadilleros y a quienes piensan que todo se puede comprar con dinero. Esos son los verdaderos fracasados.
Hace años ya se especuló con que la victoria de Massiel tuviera algo que ver con la compra de votos por parte de Franco. Lo que demostraría que mafiosos y dictadores están cortados por el mismo patrón, y hasta son capaces de cargarse un festival con tal de demostrar quién la tiene más larga. Cultura y dictadura son incompatibles. La cultura es una apuesta por la libertad; la dictadura, todo lo contrario. Y luego está ese circo de poner placas reconociendo el talento de señores a los que se les da muy bien dar el cante sin saber cantar. De esto sabe mucho Ayuso. Del problema de la sanidad o de la educación pública en Madrid, no tanto. O sí, pero se la bufa. Sí, seguro que es eso, no puede ser de otra manera. Es de cajón: si no te importan 7291 vidas, qué te va a importar meter la tijera y hacer recortes en hospitales, centros de salud y universidades.
Mirar para otro lado es más fácil, a veces yo misma elijo hacerlo por necesidad, como cuando hablamos del tiempo en el ascensor con algún vecino en vez de preguntar qué tal está, o como cuando preferimos tirar de Netflix y evitar los informativos y a los desinformadores, que también los hay. Pero la mejor opción de mirar hacia otro lado, siempre es mirar hacia dentro. Y ver de qué estamos hechos. Es la forma más efectiva de entender que la miseria también ocupa espacio es ese corazón que a veces se nos sale por la boca.
Hay tanta mentira en lo que nos rodea, que el día que algunos se den cuenta, van a salir huyendo despavoridos de sus propias sombras, como en el mito de la caverna de Platón. Puedes llamarme woke, no me ofende. Teniendo en cuenta que los algoritmos están en manos de la multinacional de la derecha más represiva, que alguien te mande mensajes por privado a través de Facebook diciéndote que eres una woke de mierda, es un halago. A esos sujetos les pone muy nerviosos creer que alguien les lleva la contraria, más aún cuando saben que por muy estructurada que esté la mentira, y por mucho que se valide la falacia, al final, la verdad brilla tanto o más que el vestidito de Melody sobre el escenario de Basilea. Chimpún.
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