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2024-01-14
Excesos navideños
El aumento de peso no es el único riesgo al que la población se expone con los excesos navideños: la elevada ingesta de azúcar tiene efectos negativos para la salud mental. El inmódico y tentativo surtido de las fuentes compuestas por mazapanes, turrones, polvorones, mantecados, bombones… junto con el alcohol y otros alimentos poco favorecedores para nuestro organismo, se convierten en la combinación perfecta para entremeterse en las conexiones neuronales de nuestro cerebro.
Se ha comprobado que el consumo de postres, alimentos procesados, bebidas azucaradas y alcohol hacen que el nivel de azúcar en la sangre suba muy rápido, pero a la vez descienda de forma casi inmediata.
Este cambio tan brusco genera estrés en nuestro cuerpo y responde con la segregación de hormonas como el cortisol y la adrenalina,
que con el tiempo pueden producir ansiedad o depresión. En el caso de las reuniones navideñas, donde se producen atracones de carbohidratos, suele haber un desajuste en nuestro estado —tanto físico como mental—, pues en los días siguientes es habitual padecer dolores gastrointestinales, musculares, cefaleas, apatía, mal humor, cansancio, ansiedad y hasta depresión.
El ambiente placentero familiar, junto con las tentadoras bandejas de surtidos y licores encima de la mesa, hacen que las largas tertulias sean acompañadas de más sorbos y bocados azucarados. Pero cuando consumimos dulces, actúan como una droga. Tienen un efecto inmediato de elevación del estado de ánimo y en dosis altas también pueden tener una consecuencia paradójica y perniciosa a largo plazo de empeorar el estado de ánimo, reducir el bienestar, elevar la inflamación y causar aumento de peso.
Es habitual que las personas que experimentan las consecuencias de haberse dado atracones de dulces, comidas calóricas y alcohol se sientan culpables y decidan al día siguiente realizar una dieta estricta. Sin embargo, no se puede pasar de cero a cien de repente. Se podría agravar más el estado de ansiedad y depresión por el hecho de tener apetito y no comer. Los nutricionistas recomiendan que lo mejor sea volver a la rutina de siempre y no hacer dietas extrañas para compensar. Es necesario beber mucha agua, comer verduras, ensaladas, frutas y elaboraciones sencillas. Por supuesto, anular el consumo de alimentos o bebidas con azúcar para que así el organismo vaya depurando y volviendo a recuperar su equilibrio físico y mental.
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