2022-12-18
Félix Rodríguez de la Fuente como excelente divulgador y naturalista inculcó en la conciencia colectiva la necesidad de preservar al lobo Ibérico en los ecosistemas mediterráneos. Una especie emblemática, icono de la vida salvaje. Perseguida como alimaña y casi extinguida. Ninguna otra especie despierta tanta controversia como el Lobo Ibérico.
Una especie cardinal para mantener los ecosistemas sanos y en equilibrio. Los superdepredadores como los lobos tienen una función y un nicho ecológico indiscutible. Controlan las poblaciones de grandes herbívoros y otros mamíferos de menor porte, como jabalíes, zorros, conejos y liebres. Cuando tienen escasez de alimentos, pueden cazar ganado doméstico como ovejas o terneros. Es justo en este punto, donde encuentra su mayor objeto de oposición.
Una especie tan amada como odiada. Arrinconada por múltiples amenazas, como la caza furtiva, la destrucción y fragmentación de sus habitad o el desconocimiento de su función ecológica. Además de la ignorancia supina de los odiadores profesionales. Según datos del Ministerio de Transición Ecológica en todo el territorio español quedan unas 331 manadas. Datos facilitados por las comunidades Autónomas, algunas con censos sin actualizar desde 2014 y elaborados bajo una metodología no exenta de polémica. Entre las principales causas de muerte de los lobos documentadas; los atropellos, los disparos ilegales, los envenenamientos y los lazos.
Afortunadamente, hoy el Lobo Ibérico (Canis lupus signatus) ha dejado de ser considera una alimaña, y una especie cinegética. Una deuda histórica con una especie de incalculable valor sociocultural para los territorios rurales. Una pequeña victoria en medio de una basta batalla por su conservación en todo el territorio peninsular. En septiembre de 2021, el Ministerio de Transición Ecológica incluía al lobo en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial dejando de ser considerada una especie cinegética y, por tanto, prohibiendo su caza deportiva. Todo ello en virtud de La Ley 42/2007, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad y de la Directiva Hábitats. La introducción del lobo ibérico en esta categoría implica la puesta en marcha de estrategias para su conservación. Es decir, pasa de ser una especie legal cazable a especie a proteger. Entre las estrategias a seguir desde la (conservación in situ) del lobo en sus hábitats hasta la (conservación ex situ) garantizando la preservación del material genético. En este marco, se está desarrollando la "Estrategia Estatal para la Convivencia de las Actividades del medio Rural con el Lobo y su Conservación", aun sin aprobar por el Gobierno Central. Una estrategia que incluye, entre otras medidas, un programa de radio marcaje, con el que se podrán establecer indicadores sobre las amenazas, evolución de la especie, distribución, poblaciones o la incidencia del furtivismo. En cualquier caso, las estrategias de conservación son efectivas cuando hay coparticipación de la ciudadanía de los territorios donde se distribuye la especie.
La coexistencia del Homo sapiens y del Canis lupus es posible. Se necesita de cooperación entre sectores, administraciones, organizaciones y población local. Se necesita educación ambiental y conciencia ecológica. La coexistencia entre la especie y la ganadería extensiva es posible con la implementación de medidas preventivas para evitar ataques como (mastines, cercados, vallas electrificadas, elementos visuales y auditivos disuasorios, manejo del ganado, refuerzo de poblaciones de ungulados y presencia de pastores, etc.) y medidas paliativas una vez producido el daño, como indemnizaciones justas. No obstante, en cualquier caso, las estrategias de conservación, también las de comunicación y divulgación, deben venir precedidas de rigurosos estudios técnicos y científicos que avalen las diferentes medidas.
Con las competencias cedidas a las Comunidades Autónomas, la estrategia nacional de conservación del lobo es un marco general de recomendaciones. Por su parte, en Andalucía el Lobo está extinto. En la década de los 80 se dejaron de escuchar los últimos aullidos en Sierra Morena. No obstante, en 2022 se sigue reclamando al Gobierno Andaluz la declaración como especie “En Peligro de Extinción” del lobo ibérico y, la aprobación e implementación de un plan de recuperación. Recientemente, hemos sabido que 2018, el que por aquel entonces era consejero de medioambiente, José Fiscal, tuvo sobre la mesa la propuesta ¿Por qué no firmo la declaración de extinta o en peligro de extinción? La respuesta es muy sencilla, hubiera implicado la obligación legal de poner en marcha un Plan de Recuperación de la especie que según criterios de la UICN. Nunca se hizo y el panorama político actual no invita a pensar lo contrario. Lo que si se hizo fue poner en marcha un proyecto “Life: El lobo en Andalucía” con objeto de modificar la percepción negativa que sostienen algunos guardas, gestores y propietarios de fincas cinegéticas ubicadas en Sierra Morena, sensibilizar a la población rural, mejorar la información y el conocimiento o conocer la actitud real que la población rural de Sierra Morena tiene con respecto al lobo. Lo que en política se llama una maniobra de distracción para no hacer lo que realmente era necesario, aprobar un plan de recuperación del lobo, cuyo coste político no quiso pagar el Gobierno de Susana Díaz.
Félix Rodríguez de la Fuente decía que “El problema es que los lobos matan ovejas y los hombres matan lobos” Tenemos claro, que el Lobo Ibérico llegará a Andalucía a través de un Plan de Recuperación que permita eliminar las amenazas que lo hicieron desaparecer como la caza furtiva o la fragmentación del territorio mediante vallados cinegéticos ilegal. Actuando sobre los hábitats para permitir su dispersión natural desde el norte y centro peninsular hasta Andalucía. También tenemos claro, por la experiencia con otras especies en peligro crítico de extinción, como lo fue el Lince ibérico, que los planes de recuperación únicamente son viables mediante el consenso y el diálogo. Diálogo entre administraciones, personas expertas, naturalistas, organizaciones sin ánimo de lucro, profesionales de la ganadería en extensivo, ciencia y población local. La supervivencia del lobo en el territorio Andaluz es posible, partiendo del consenso social, y de un modelo de gestión que permita la coexistencia con la ganadería extensiva y el mundo rural.
En cualquier caso, los censos de lobo son muy claros. Está extinta la especie en Andalucía y la legislación en esta materia es muy clara. Si el Gobierno Andaluz no declara al lobo como especie en peligro de extinción y no implementa un plan de recuperación, estará incurriendo en dejación de funciones e incumpliendo la Directiva relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres, y la legislación nacional y autonómica derivada de esta.
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