2022-12-18
No hay mayor mezquindad que la del cobarde cuando, ante un acto de honor ajeno, y siendo consciente de que jamás tendrá la entereza, arrojo y coraje suficientes como para igualar tan noble acción, se dedica a echar espuma por la boca mientras intenta justificar su desfachatez.
El ver a personas con principios, materializando esos valores, reconozco que ha de ser duro para aquellos que saben que jamás podrán dar una lección similar. Estoy segura de que es una forma de envidia, porque, en el fondo, esos cobardes anhelan, como toda persona, desde los albores de la Humanidad, disfrutar de algo tan grande como es la Libertad. Y no hay mayor acto de libertad que el de decir que no a lo que todos dicen que sí. Que el de sentir que se alinean tus pensamientos con tus acciones, sin condicionantes externos, sin ataduras a unos superiores que decidan sobre tu vida, sin un lazo económico que te ahogue si te alejas demasiado de la doctrina aceptada por el clan, sin la presión de depender de la voluntad de otros para prosperar en la vida... Esos cobardes-esclavos, que echan espuma por la boca, fruto de la envidia malsana, no saben lo que se pierden: la cabeza alta, la dignidad intacta y un sentimiento de tranquilidad que reina la conciencia. Pobres cobardes-esclavos...
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