2022-12-03
Me he aceptado como una humilde aprendiz de la vida, que decide liberar la autoexigencia desmesurada y el control del proceso, para aprender a disfrutar y contemplar las cosas como son cuando ya he hecho un reconocible esfuerzo haciendo lo que podía con lo que tenía; a poner flexibilidad a rígidos pensamientos sobre cómo debe ser la vida o como debo ser yo misma; a mantenerme abierta al diálogo para abarcar las diferencias con curiosidad y respeto, que por cierto, es un alivio darse cuenta que no todo es como pensamos.
Aprender actuar desde la esencia cuando se me incita a ponerme una máscara, pero ¿cómo saber que estamos actuando desde la esencia? Porque el flujo de lo que hacemos, sentimos, o decimos se siente natural, genuino, fluido, no quiero decir fácil, si no, expansivo, es algo fiel a nosotros mismos, fidelidad que proviene del autoconocimiento y la introspección, y no quiero decir que las máscaras sean malas, también nos defienden y protegen, pero no nos perdamos a nosotros mismos en el camino. Y cuando sintamos que está siendo difícil ser nosotros mismos, quizá sea una parte herida que nos pide más compasión, paciencia o aprender o reaprender algo sobre esa situación en concreto, incluso pueden ser situaciones o pensamientos auto saboteadores que tengan el sabor a viejos patrones que nos han traído al mismo bucle.
Aprendamos a tratarnos con cariño cuando más nos necesitamos.
Quiero hacer una invitación a ser curiosos y juguetones mientras seguimos aprendiendo, conectar con el gozo y el disfrute en nuestro proceso de construcción humana, alimentemos a nuestro niño interior más seguido, nunca es tarde para descubrir algo nuevo, una nueva habilidad o un nuevo hobby, o incluso hacer de manera diferente algo que siempre hemos hecho igual. Todos somos aprendices, confiemos en el proceso.
Para dar tú opinión tienes que estar registrado.