25-09-2022


Hay una idea bastante extendida de que en chino antiguo el ideograma que expresa la palabra “crisis” también encierra el término “oportunidad”. Parece ser, según expertos sinólogos, que no es correcto y que se debe a John F. Kennedy el uso de esta relación en uno de sus vibrantes discursos. En cualquier caso, aún sin esta bonita historia de los ideogramas chinos, es evidente que cuando acontece una situación de crisis se presenta una oportunidad de cambiar.

Según el diccionario de la Real Academia Española, ‘crisis’ es “cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación o en la manera en que estos son apreciados”.

Por tanto, una crisis implica la necesidad de una reacción a dicha situación y en esta reacción es donde puede surgir la oportunidad para cambiar, porque tal y como expresara Albert Einstein, “si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.

Propongo que demos pasos para cambiar la situación. La crisis que ya vivimos todos no depende de nosotros en gran medida (el gas ruso, la guerra, la pandemia, decisiones políticas, etc), pero si depende de nosotros cómo le hacemos frente.

Mirando al interior encontramos razones para esta reflexión. En aquellas personas con capacidades (las que todos tenemos) activadas se parte de una situación más fortalecida que aquellas otras cuya vida interior se reduce a ser un espejo de lo que ocurre fuera. Y esta crisis va a trastocar todo lo externo a nosotros que proporcionaba el motivo para nuestros días.

Siguiendo la recomendación de la frase de Einstein, si la dependencia excesiva de un consumo compulsivo nos ha puesto en una situación de fragilidad cuando la crisis trunca la posibilidad de seguir consumiendo a este ritmo, deberíamos poder reducir nuestra sed de compras, porque de no hacerlo nos sentimos profundamente infelices.

Si una actitud excesivamente individualista nos ha impedido apreciar la importancia de las relaciones con los demás, el enorme potencial que se despliega cuando se desarrolla la capacidad de apoyo mutuo, entonces la frustración de nuestras metas individualistas puede ser una oportunidad para fortalecer el vínculo con los que nos rodean, sobre la base de compartir ideas, experiencias, emociones, anhelos y el propio pan.

Si el derroche ha sido el común denominador de nuestro modo de vida, en abierta oposición a uno de los modos de proceder del resto de la Naturaleza, ahora que la crisis impone un reajuste profundo de recursos, puede ser la inmejorable oportunidad para aprender a vivir satisfactoriamente con menos, con mucho menos.

Hay mucho margen de mejora en nuestro modo de vida y ahora, frustrados en mitad de una formidable crisis, hay oportunidad para cambiar.


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