la percepción de la belleza o el trabajo con la imaginación. Todo un camino hacia la felicidad con una apreciable disminución del consumo.

2023-07-16


Siempre que he tenido oportunidad de hacerlo en charlas públicas o en conversaciones privadas, he sostenido que la forma de buscar la felicidad en la civilización occidental (imperante en todo el mundo) es uno de los factores que hay detrás del alto grado de insostenibilidad de nuestro modo de vida y por ese motivo, debería ser uno de los ámbitos de acción prioritarios para revertir el impacto ambiental que producimos.

Me explico. La búsqueda de la felicidad, o como queramos denominarlo, es una de las aspiraciones universales del ser humano, que orienta las decisiones en nuestra vida, tanto las relevantes como las cotidianas. Si el camino estándar para alcanzar la felicidad en nuestra sociedad de consumo es la acumulación de bienes y servicios y una de las causas del impacto ambiental (pérdida de biodiversidad, cambio climático, acumulación de residuos, etc.) de nuestro modo de vida es precisamente un consumo compulsivo e insostenible, la relación directa entre ambos puntos, búsqueda de la felicidad e impacto ambiental, es evidente.

Sin embargo, este asunto ha sido tratado por los grandes filósofos clásicos hace más de dos mil años, no tanto por el tema medioambiental (que no era tan obvio en esa época) sino por la preocupación de encontrar un modo de ser feliz al alcance de todos los bolsillos.

Efectivamente, Sócrates ya plantea un tipo de felicidad como el bien último al que aspira el ser humano y Aristóteles describe el modo de alcanzarla, pero van a ser los estoicos, a lo largo de varios cientos de años, los que mejor van a enseñar los caminos hacia la felicidad al alcance de todos, independientemente de circunstancias como la fortuna, la salud o el reconocimiento social.

Los estoicos afirman que una felicidad de este tipo, duradera y al alcance de todas las personas, debe apoyarse en algo que no sea efímero, que sea atemporal, como lo son las virtudes, que forman parte de la esencia del ser humano. Dicho de otra manera, cuando vivimos según nuestra naturaleza, de acuerdo a las virtudes, estamos en disposición de apreciar y sentir el estado de felicidad. El sentido clásico de las virtudes se relaciona con lo mejor de uno mismo.

La proposición estoica no va descaminada. Imagínese que ha descubierto en su interior y ha activado alguna de sus virtudes o fortalezas, ¿no se sentiría más dichoso, más pleno?

Esta propuesta de muchos filósofos tiene como consecuencia el enriquecimiento de nuestra vida interior y la apertura a muchos escenarios en los que gozar de sensibilidades y cualidades del alma que proporcionan felicidad y satisfacción, como la percepción de la belleza o el trabajo con la imaginación. Todo un camino hacia la felicidad con una apreciable disminución del consumo. ¿Nos está permitido?


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