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MANUEL RUIZ TORRES "Hay una tendencia a creer que la capacidad humana es menos fiable que la tecnología |
2025-07-13
Las externalizaciones
Recuerdo cuando no había móviles y guardaba en mi memoria los números de teléfono de mi casa, del trabajo de mi padre, de mis abuelos, mis primos y casi todos los amigos de la pandilla. Y después los de mi trabajo, mis compañeros de trabajo, los familiares de mi mujer.
Me acuerdo de las operaciones aritméticas que hacíamos mentalmente en las clases de matemáticas en la EGB, divisiones, multiplicaciones, restas y sumas, a veces con decimales, hasta que en BUP nos dejaron usar las calculadoras Casio que empezaban a ser medianamente asequibles.
Y qué buenos conversadores éramos mi grupo de amigos. Todas las tardes paseando y hablando, merodeando alguna chica y hablando de todo.
He referido tres actividades, memoria, cálculo mental y conversación, que hacíamos hace demasiado tiempo de forma natural, porque estas funciones no estaban externalizadas en la memoria del móvil, la función calculadora en numerosas aplicaciones o el entretenimiento en base a videojuegos.
Vivimos en una cultura de la externalización, es decir, de descargar de nuestro interior la ejecución de las funciones propias, para desarrollarlas en dispositivos externos a nosotros. Esto ha tenido indudables ventajas, qué duda cabe, pero también un lado más oscuro, puesto que ha incrementado nuestra fragilidad cognitiva y nuestra dependencia.
Hay una tendencia a creer que la capacidad humana es menos fiable que la tecnología y esto es una verdad a medias. Los pueblos cazadores y recolectores que desconocían la escritura, debían memorizar cientos de procedimientos y una ingente cantidad de información de su entorno y su clan, porque les iba la supervivencia en ello. Los largos textos sagrados de numerosas religiones se han memorizado y transmitido de boca ha oído durante cientos de años hasta que se transcribieron.
El sedentarismo ha traído consigo un modo de vida más cómodo, menos esforzado y agotador, pero también la consecuencia negativa para la salud de la falta de ejercicio y su secuela de enfermedades y desequilibrios. De igual manera, estamos relegando a cada vez más inactividad a buena parte de nuestras funciones, la imaginación, la memoria, la expresión oral, la capacidad de análisis y de cálculo.
A esta mayor fragilidad y dependencia cognitiva se suma la circunstancia de la brecha digital, que sigue siendo vigente para muchas personas.
No se puede detener el progreso ni los cambios de hábitos asociados a él, pero al menos deberíamos ser un poco más conscientes de ello y esforzarnos por no desprendernos totalmente de nuestras principales herramientas. Por mucho que la IA, las redes sociales y resto de tecnología nos inviten a entregarles el uso de nuestras capacidades, no debemos dejar de utilizarlas. De nuevo la vida interior se alza como un excelente gimnasio para nuestras capacidades.
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