Uno de los grandes logros evolutivos del ser humano es el poder de la palabra, la capacidad de poder comunicarnos a través del lenguaje. Siempre me parecerá un acto sublime, el hecho de...

2023-04-09


Uno de los grandes logros evolutivos del ser humano es el poder de la palabra, la capacidad de poder comunicarnos a través del lenguaje. Siempre me parecerá un acto sublime, el hecho de pensar, reflexionar, elaborar cualquier construcción mental, que solo conozco yo en mi interior, expresarla mediante un conjunto de sonidos ordenados según un sentido preciso y provocar que en el interior de otra persona aparezca esa misma construcción mental, que puede ser idéntica a la mía o variar en alguna medida en función de la interpretación que esa persona haga del sentido de los signos ordenados en el lenguaje.

La aparición del lenguaje ha sido uno de los hitos primordiales en el antiquísimo proceso de humanización que ha caracterizado a nuestra evolución, no solo porque permite la comunicación y, por tanto, la posibilidad de enriquecernos con las experiencias, pensamientos o sentimientos ajenos, sino porque además el lenguaje hace posible la elaboración de nuestros propios pensamientos, la comprensión de la realidad, algo que saben los científicos que estudian la mente. Aun en una isla desierta, sin posibilidad de comunicarnos con nadie, necesitaríamos el lenguaje para nuestra actividad mental.

Cada palabra, cada expresión, abre la puerta a la comprensión mental de una realidad concreta. Por tanto, a mayor conocimiento y dominio de las palabras ordenadas según una sintaxis determinada, mayor realidad podemos interiorizar. La riqueza de vocabulario es fundamental para discriminar entre realidades parecidas. Si logro conocer el nombre de los diferentes tonos de un color, mayor representación mental puedo hacer los mismos.

La palabra es un poder. Aparte de las energías asociadas al sonido de una voz, el uso correcto del lenguaje proporciona poder, poder para pensar, para comunicar, para escuchar, para comprender, para deambular por los espacios interiores cuyo conjunto llamamos alma. Saber hablar, saber expresar lo que uno quiere en cada momento es uno de los instrumentos más eficaces para desarrollar la vida interior. Saber hablar proporciona libertad, apuntala la autoestima, destierra la timidez estéril, da seguridad en los propios argumentos y ofrece la capacidad de reconocer otros mejores. Poder decir lo que uno piensa o siente en cada momento previene de la manipulación.

Siendo así, o tal vez precisamente por eso, llama la atención que el dominio de la expresión oral no forme parte de la educación reglada desde la más tierna infancia. Por eso, cuando surgen iniciativas con los talleres de oratoria de Nueva Acrópolis u otras asociaciones e instituciones, son de agradecer aun cuando no pueden sustituir lo que debería ser una enseñanza reglada.


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