Estoy convencido de que hoy en día, promover la búsqueda y vivencia de la belleza es un acto revolucionario. Reconocer la belleza allá donde la encontremos y mantenerla cerca de nosotros en nuestra vida cotidiana es...

2023-03-26


Estoy convencido de que hoy en día, promover la búsqueda y vivencia de la belleza es un acto revolucionario. Reconocer la belleza allá donde la encontremos y mantenerla cerca de nosotros en nuestra vida cotidiana es un acto tan reivindicativo como puede ser el ejercicio de nuestros derechos o la posibilidad de cumplir nuestros deberes. Y voy a intentar argumentarlo.

Percibir la belleza es una capacidad propia del ser humano que desencadena consecuencias relevantes para uno mismo. Al contrario de lo que sucede con las características cuantificables de la realidad (tiempo, peso, tamaño, etc.) que son objetivas para todos (una hora son sesenta minutos para todos), otros aspectos de la realidad relacionados con sus cualidades son completamente subjetivos, es decir, varían con la persona.

La belleza es una característica que cada cual otorga a la realidad según su propio parecer. No hay dos criterios iguales para la belleza y, sin embargo, cuando la percibimos estamos seguros de reconocerla.

Podemos percibir la belleza en el aspecto físico de un objeto, en la apariencia de una persona o en su forma de ser, en el arte, en una actividad, en la naturaleza, en la música, en la conversación, en las ideas, en la resolución de problemas, en el seno de la sociedad o en tantas otras actividades humanas.

Cuando reconocemos la belleza experimentamos una atracción, que si es consistente llega a una forma de enamoramiento, que llamamos ‘amor’ en cualquiera de sus múltiples expresiones o ‘vocación’ en el desempeño de una actividad o ‘sentimiento placentero’ que se experimenta ante las manifestaciones culturales que encontramos bellas o ‘convicción’ ante la identificación que se produce con bellas ideas.

El enamoramiento en cualquiera de las denominaciones que usemos ante la percepción de la belleza, abre las puertas a la unión con la fuente de belleza, unidad que no solo no es uniformidad, sino que necesita de lo múltiple para que realmente sea unidad. Por ejemplo, si percibo la belleza en la ayuda a los demás, las múltiples formas de altruismo, no solo una, serán atractivas para mí.

Encontrarse con la belleza también trae de la mano la bondad, porque ante aquello, por lo que nos sentimos atraídos, enamorados, procuramos lo mejor. Belleza y Bien guardan poderosos vínculos entre sí, como dijera Platón.

En definitiva, desarrollar la sensibilidad para reconocer la belleza, buscarla y vivirla es un camino seguro a desarrollar lo mejor de uno mismo.

¿Y no es revolucionario, en los tiempos que corren, sentir la unidad en la multiplicidad, verse impulsado a hacer lo correcto, a hacer el bien o poder desarrollar nuestra voluntad y el resto de capacidades? Insisto, hoy la belleza es revolucionaria.


Para dar tú opinión tienes que estar registrado.

Comments powered by CComment