19-06-2022

Se publica este artículo, si no hay contratiempos, el domingo en que tienen lugar las elecciones andaluzas.

Un día en que, los responsables políticos están obligados a cuidar sus mensajes, y no pedir directamente el voto para formación alguna; por contra, es tradicional que se recurra a frases como la consabida “fiesta de la democracia”, para salir del paso cada vez que algún medio se acerca a pedirte impresiones sobre la jornada electoral.

Y es cierto que votar es la expresión más perfecta y más directa de la democracia, no cabe duda. No valen ya encuestas, ni más mensajes, ni debates, productivos o no. Solo vale el

voto, la papeleta que cada cual toma la decisión de introducir en la urna, a la espera de un escrutinio lleno de nervios, esperanzas, y también decepciones.

Porque, al final, el voto es lo que vale. Quedarán ya en el olvido esfuerzos fascinantes, pero también, propaganda inverosímil, frases más o menos brillantes, escarceos de indeseables, mentiras que se transforman en realidad a fuerza de repetirse, rendiciones de cuentas que jamás llegaron, cálculos imposibles o personajes de vodevil. Ya no va más. Todo pasará al olvido como si jamás hubiese ocurrido, y ya sólo quedará el resultado de ejercer ese derecho al voto que tal vez no se valora suficientemente.

Un voto que es mucho más que un papel; un voto que es reflexión, que es corresponsabilidad para el futuro de todos; pero que es a veces la expresión de un cabreo o de un sentimiento de indignación; o también el reflejo de una emoción o de un estado de ánimo. Un voto que traerá unas políticas u otras, unas determinaciones o las contrarias. Todo eso es un voto o puede serlo.

Las lecturas de los resultados, como las de los debates, suelen ser apresuradas y, en muchos casos, interesadas. Y por ello no conviene aferrarse mucho a ellas. Es el tiempo el que permitirá un análisis más sosegado, paralelo al propio resultado real de las elecciones, que no es otro que las políticas y las medidas que pueden acarrear un voto u otro. El resultado de nuestra decisión nos llevará a todos los andaluces por un camino u otro; la autonomía que ganamos con nuestra movilización y nuestros votos direcciona a nuestro Parlamento y a la Junta de Andalucía las competencias que posiblemente más importan a nuestras vidas, y los servicios públicos fundamentales, como la educación o la sanidad.

De ahí que resulte tan trascendental el modelo de gestión e incluso de vida que encierran nuestros votos. Y la forma y el coste de los servicios que vamos a recibir de acuerdo a nuestra elección. La fiesta de la democracia es mucho más que eso; es el mayor ejercicio de responsabilidad para con nuestra gente y nuestro territorio. No rehuyamos el voto, no pensemos que no importa. Votar es todo esto y mucho más. Porque, además, costó demasiado conquistarlo como para dejar de valorarlo.

Para dar tú opinión tienes que estar registrado.

Comments powered by CComment