2022-11-20


Indigno: “Adjetivo. Que no se corresponde, no está en consonancia o no guarda proporción con las cualidades o méritos de cierta persona o cosa.”

Indignación: “Enojo o enfado vehemente contra una persona o contra sus acciones. Puede asociarse esta emoción a la ira, la irritabilidad o la furia.”

Qué curiosa ésta derecha española, harta de incumplir la Constitución que tanto dice amar, habitual visitante de las Instituciones europeas para rogar, instar, clamar un peor trato a España; maltratadora de la Sanidad pública, liquidadora de pensiones, indulgente con los ricos y defensora del entierro de la memoria, que cubre su indignidad precisamente indignándose ante cualquier paso para normalizar un país que ya quisiera cerrado a las ideas que no son la suya, en el que la Justicia fuese “su” justicia, y el independentista, el comunista, el vasco o el “sanchista” ardiesen en los infiernos políticos. 

Lo que ocurre es que, con tanta declaración estereotipada de indignación, pasa como con los tiempos de lluvia, que el primer día te sorprende; pero después se lleva fácil con un buen paraguas y algo de precaución. 

Feijóo lleva en fuera de juego desde el primer debate que tuvo la oportunidad de sufrir en el Senado con Pedro Sánchez. Lo de las erratas continuadas es ya lo de menos; peor que sus torpezas dialécticas son sus torpezas políticas; maniatado por un amigo/enemigo invisible, que al parecer le lleva a decidirse siempre por la opción más radical, no dudó en sacralizar su incumplimiento constitucional. Sus preocupaciones pasan con gran dinamismo del espacio de Pedro Sánchez al de Díaz Ayuso, y eso le transforma en ocasiones a los ojos de cualquiera en un auténtico pollo político sin cabeza, lejos, muy lejos de los mínimos que debería cubrir un verdadero hombre de estado. 

Lleva un tiempo en que ya sus declaraciones suenan sólo a ira e irritación forzada. Acercándose a esas calenturas de Díaz Ayuso cuando empieza a tildar de comunista y separatista a todo el que la crítica (que cada día que pasa son muchos más). Y esa indignación va quedando directamente en la indiferencia. Es el mal actor que solo sabe interpretar un papel, y que en cuanto le ves dos veces, ya no te aporta credibilidad ni emoción. 

Mientras, Pedro Sánchez y su gobierno siguen construyendo una España sin odio, en la que caben todos, en el respeto y la tolerancia; en un marco que sale de los acuerdos que se adoptan por los representantes del pueblo, y en un escenario estatal en el que, curiosamente, las políticas desplegadas por el Gobierno de España están haciendo que bajen con fuerza los apoyos a la causa independentista en Cataluña. Algo que posiblemente también indigne internamente a aquellos indignos cuya pervivencia política depende en mucho del nivel de rencor y saña que pueda desplegarse en el mismo contexto que otros queremos que sea de tolerancia, diálogo y entendimiento


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