... España no se rompe. Una península tamaña no es un jirón de tela, ni una cartulina, ni un trozo de plastilina. Basta ya de demagogias

2023-10-07

 

 

Políticos encapsulados

En mis primeros años de crecimiento y formación estudiantil percibía que la figura de un político, (lo escribo en masculino, porque era el sexo masculino el que preponderaba en este cargo en el momento del cual hablo) como una opción de futuro. Afortunadamente, hoy el baremo de hombres y mujeres en la política se va compensando.

Pues como iba diciendo, en aquellos tiempos pensaba que dedicarse a la política era un beneficio conseguido. Un logro tras un gran esfuerzo de luchas, asambleas, campañas, derechos conquistados, pegadas de carteles, mítines, y además mucha fe y credulidad que se depositaba en la figura del representante de la política. Porque el pueblo consideraba que realmente el voto tenía el poder y el peso real de un seguimiento en un cometido muy importante.

Pero eso ha desaparecido. Ese espíritu, el brío verdadero del político, ese que hacía política real y que se unía para conseguir cosas buenas para la sociedad en su conjunto, está en tiempos de extinción. Lo han fulminado. Ahora en la política, la mayor de nuestras implicaciones son las de ir a votar, y si acaso (si las fechas nos son propicias o no). También depende del miedo que nos inoculen. Y después de emitido el voto que se las apañen como puedan… nosotros a lo nuestro, pero eso sí, soñamos con los resultados que nos prometieron en los programas electorales…

Y luego, nos venden el teatro de guiñoles. Teatro como el de pretender una moción de censura a un organismo que aún no está constituido. Desde luego, esto es una total infamia, y a pesar de todo se enjuagan la boca con palabras que les vienen grandes por su continua práctica del cinismo. Y es desde el estrado del Congreso, donde se nombran, el señor fulano, el señor mengano. Todos muy bien pagados. Superbién pagados otros. Otros con sueldos que se niegan a decir públicamente lo que reciben. Bien vestidos. Con dietas, coches, pluses, vacaciones, protecciones físicas y personales de “armarios roperos”, y demás privilegios que más se parecen a las regalías de un regio, que a las precarias cotidianeidades de los que vamos a pie, (que a veces no tenemos ni para acceder a una sana dieta mediterránea). Y todas esas maravillas en las que viven, ellos, los políticos, también son pagadas por todos nosotros. Y digo yo, ¿a cambio dé? ¿Acaso estamos tontos?

Pues todos esos “algodones” en los que tenemos a los políticos para que se insulten y continúen representando el guion de quienes lo han escrito, estructurando nuestro entretenimiento, también fluyen gota a gota del sudor de nuestras pieles. Dermis que cada día que pasa están más finas y descamadas de tanta lija.

Ahora, la política es otra cosa. Ya no hay respeto en el “Palacio del pueblo” por parte de algunos representantes de la población. Sus mentiras cualquier día provocarán que a Daoíz y a Velarde le sangren las orejas de tantas falsedades e invenciones a pesar de estar fundidos con material bélico.

España no se rompe. Una península tamaña no es un jirón de tela, ni una cartulina, ni un trozo de plastilina. Basta ya de demagogias

politiqueras, trajeadas e hipócritas. ¿Cuántas civilizaciones han dejado sus huellas en esta península, y siglos después continúa enteretita? ¿Cuántos reinos convivieron en esta tierra? La historia está ahí, y clama que todo lo avanzado se va a desmoronar por el vicio del dinero puro y duro. Ese es el kit de la cuestión. En vez de asimilar que la política es el único modo de mejorar nuestras vidas, los políticos se han dedicado a crear castas que se autodesprestigian y nos arrollan en la mediocridad de maldades planificadas, en usurpaciones vergonzosas y retorcimientos hediondos que nos están matando lentamente.

Ahora, todo es diferente a mis comienzos en este mundo tan complicado, porque los políticos se han encapsulado en un subproducto que deja mucho que desear como un sucedáneo de mala calidad. A eso se han dedicado, a protegerse ellos. Solamente a eso. A tejer sus privilegios hasta el fin de sus días. ¿Y nuestros privilegios, donde han quedado?  


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