23-10-2022


Las diferencias entre hombres y mujeres, en absolutamente todo, no vienen desde tiempos antiguos, sino desde siempre. Hay constancia de los contrastes en el trato por tener un sexo u otro desde que el saber se ha transmitido en la escritura, en la pintura, y demás variantes, incluyendo el acceso a palacios y otros edificios donde se concentraba el saber o la religión.

Investigando en el tema de la desigualdad, he dado con una historia de distinción profunda entre hombres y mujeres, allá en la antigua Grecia, donde solamente podían votar los varones. Las mujeres helenas estaban excluidas no solo del voto, sino también de la entrada a los templos de Heracles, donde se veneraba a Melkart que para los griegos era el dios del mar.

Pero curiosamente, en Eritrea, ciudad situada en la costa turca del Mar Egeo, donde la cultura era griega, sí que se permitía el acceso de las mujeres tracias a los templos susodichos por una razón “de cabellera para los hombres”, pues “las tracias eran esclavas” en esta tierra.

Resulta que en honor al dios Heracles, en un nuevo templo levantado, viajaron desde Tiro en Fenicia con una imagen del dios mencionado, pero el mar no le permitía la llegada a buen puerto, por lo que los eritreos pidieron a sus mujeres que cortasen sus cabellos para forjar cuerdas con ellos, a lo que sus féminas se negaron en redondo.

Y fueron las mujeres tracias, provenientes de Tracia, de tribus guerreras independientes a la cultura griega, que habitaban los dominios desde Macedonia hasta el Mar Negro y desde el Mar Egeo hasta el Danubio, las mismas que habían sido llevadas a esa tierra para ser esclavas las que cortaron sus cabellos y con ellos trenzaron cuerdas para ayudar a que la imagen del dios llegara al nuevo templo. Los tracios y las tracias eran reconocidos por un físico que los identificaba, pues sus cabellos eran de color rojo y sus ojos azules.

A partir de este hecho, las mujeres tuvieron acceso a los templos de Heracles igual que los hombres, pero solamente las mujeres tracias, tanto las esclavas como las que eran libres, y el resto de las mujeres de los ciudadanos no.

De esta historia se podrían extraer varias reflexiones. Como, por ejemplo, que la mujer siempre ha necesitado y necesita a día de hoy demostrar su aportación a la sociedad en la que vive con muchísimo más esfuerzo y sacrificio para ser considerada. Como, que el dominio del sexo masculino es tan absurdo nadando en su egolatría, “mientras se creen independientes sometiendo al femenino”, hasta que son sabedores que no serían masculinos sin la femineidad de las mujeres. Como, que nadie es mejor que nadie, y que una cultura, desde los tiempos antiguos no se ha creado solamente con las manos de los hombres, sino que las manos de mujer han parido dioses y creados mitos que por culpa de la misoginia se ignoran.

En definitiva, las mujeres tracias en aquella situación actuaron como personas, con inteligencia, sin hacer diferencias de género, con generosidad y empatía, como suele ocurrir en muchas gestas donde la labor de las mujeres se oculta y se calla.


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