... son las encargadas de infiltrarse por los caminos digitales que vamos abriendo y analizar nuestros rastros, gustos, debilidades y preferencias,

2024-01-14

 

Google elimina las cookies

 

Desde el mes de septiembre de 2008, en que Google dispuso la herramienta de búsqueda para el usuario que así lo eligiese utilizar, Chrome, inventó las cookies. Estas palabras extranjeras en España se han hecho famosas en el mundo entero, ocupando un lugar privilegiado. Han pasado a utilizarse con asiduidad, con gracia y salero, como si las hubiésemos utilizado durante toda la vida desde que tenemos apéndices móviles. Ahora “las cookies” forman parte de nuestro vocabulario hasta como adjetivo para identificar como algo que gusta.

Pero las cookies, en internet, tienen otro destacado, el de sustantivos que atesoran la información que vamos ofreciendo gratuitamente de nuestras búsquedas en las webs. Ellas, estas intangibles galletas, cuyo nombre es tan fácil de pronunciar, “cukis”, y que con tanta alegría y rapidez hemos agregado a nuestra cotidianeidad,

son las encargadas de infiltrarse por los caminos digitales que vamos abriendo y analizar nuestros rastros, gustos, debilidades y preferencias,

para después suministrar estos datos a un entramado de empresas que los utilizarán en su beneficio. Esto forma parte de la individualidad.

En este cambio de calendario, Google Chrome ha anunciado que paulatinamente irá eliminando la aparición de cookies de terceros en este recién estrenado 2024.

Analicemos para elegir: ¿Qué ocurre si aceptamos las cookies? Pues que nuestra privacidad estalla y desaparece, pero al mismo tiempo y supuestamente, siempre la atención y el servicio en la web hacia nuestras preferencias y búsquedas serán personalizadas. O al menos eso dicen.

En cuanto al caso de la negación del permiso al uso de nuestros datos por terceros, es decir, negar la aceptación de las cookies a los creadores de otros sitios, usuarios que forman el entramado “cookiniano” de información, nuestra privacidad sería “nuestra” y los servicios no estarían personalizados. O al menos eso dicen, también.

En definitiva, creo que nada es gratuito. Que esto es la pescadilla que se muerde la cola, porque toda la información que generamos accediendo a internet, incluidos nuestros datos médicos, no caen en saco roto, ni siquiera en el limbo, ni con cookies, ni sin ellas. Es evidente que acceder a las redes sociales, en páginas web, y demás aplicaciones que nos reinician y actualizan todos los datos de nuestros dispositivos (terminales móviles, tabletas, PC’s, etcétera) cada dos por tres no es regalado, ya que en esta sociedad tan consumista que estamos alimentando tenemos que pagar un peaje sea visible o invisible.

Supuestamente, al final de este recién inaugurado año 2024, las cookies en Google Chrome llegarán a su fin, camino que ha sido comenzado solo hace seis días. Por lo que desde el 4 de enero nuestros dispositivos buscarán con menos peso, serán más livianos, las cargas de las baterías de dichos dispositivos durarán más y el consumo de datos será menor. Estupendo. Y a todo esto recurriré a una frase muy sabia que decía mi abuela: “A la noche lo veremos”.


 

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