25-09-2022
Parece ser que los 14 kilómetros que separan Europa y África, en Gibraltar, en esas aguas divididas por un mar y un océano, es normal que sea frecuentado por el tráfico naval que es concurrido para el avituallamiento de diferentes necesidades, como el aprovisionamiento de víveres para las largas travesías, cambio de personal, y sobre todo para el repostaje del combustible que legalmente se puede hacer en alta mar, el cual ya está bautizado como “bukering”.
Según dicen, por Gibraltar, navegan anualmente y dejan su contaminante impronta más de 110.000 buques. Dicho paso está comparado en flujo al del Estrecho de Malaca o al del Canal de Suez. Este “paso inocente”, preocupa sobremanera a los ecologistas que aman y respetan la Naturaleza, a los que desean una Naturaleza sana y no enferma, libre de vertidos contaminantes, a los que luchan por un mañana en libertad para todos los seres vivos que debe de ser peleado en el presente de cada día, es decir, nuestro futuro.
Ese “estrechamiento natural” está a cada minuto más contaminado por los puertos-gasolineras que abastecen a los barcos. Algeciras, Ceuta, Gibraltar y Tánger, son zonas de transbordo y descarga, puertos en los que la competencia por atraer consumidores de combustible es patente donde la exención de impuestos crea una diferencia para el mercadeo y una inclinación hacia uno u otro, siendo el puerto gibraltareño más solicitado que los demás.
Pero el de Algeciras no se queda atrás, sino que aparece en el segundo puesto del ranking. La ONG Greenpeace, el pasado 2 de septiembre del presente año hizo un comunicado rotundo y con peso, con la evidencia de que las circunstancias son extremas por tanto abuso y despropósito ambiental, en el que cataloga a Gibraltar como “una gasolinera low cost de buques localizada en un área rodeada de zonas protegidas y un enclave muy importante de migración de especies marinas y de aves”.
Los hundimientos y los accidentes de barcos en dicha ubicación no cesan, cada cierto tiempo la negligencia y la ineptitud generan un desastre ecológico que quieren disimular los grandes magnates, amparándose en la legalidad del “bukering”, dejando a un lado la sapiencia de que los trasvases ilegales existen, destrozan el único mundo que tenemos, y engordan “sus cajas B”.
Tantos barcos, buques, submarinos, etcétera, que han vertido sus combustibles en este “paso inocente” que no alcanzo a nombrar, pero sí los dos últimos, los del New Flame y el OS35, forman parte de la degradación consentida de quienes nos gobiernan. ¿Acaso no saben que tanto los satélites, los aviones y algunos controles marítimos están ahí, cuyas imágenes se retransmiten momentáneamente, o al menos la información que dejan filtrar nos preocupa y enerva? Porque dejando el cinismo a un lado de que el olor del vertido no llegue a nuestras narices, no debemos de mirar a otro lado. Por favor, seamos conscientes de que la única forma de cuidar de nosotros es cuidar del medioambiente, de la Tierra. No hay más.
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