05-06-2022

La segunda acepción en la RAE de polaridad dice que es “condición de lo que tiene propiedades o potencias opuestas en partes o direcciones contrarias, como los polos”. En política pudiera ser básicamente la ostentación de potencialidad nuclear, capacidad militar e imagen de poder que un país logra proyectar para obtener peso decisorio en los organismos internacionales. Y ya quedó clarinete que desde el

final de la Guerra Fría se constituyó un solo polo de poder con actitud expansionista en manos de EEUU (ejecutando acciones fuera de cualquier cuestionamiento moral para la falsa tutela, y un porque soy poderoso y por eso lo hago) y, cómo no, la complicidad de aliados occidentales (léase UE). Pero esta hegemonía ya se tambalea, porque otros polos de poder llevan años estructurándose, una nueva geopolítica mundial de países no alineados, ni alienados, que exigen el respeto a su patrimonio histórico, económico, político y cultural. El concepto de Comunidad Internacional se nos ha vendido como algo democrático y de orden mundial cuando en realidad excluye al resto del mundo que no tiene carácter injerencista ni es dominador ni quiere ser dominado. Así que, mejor nos vamos acostumbrando al palabro multipolar como la verdadera CI, porque la multipolaridad no es futuro, ya es presente desde que China está imponiendo comerciar con yuanes, Rusia exigiendo el rublo e India fortaleciendo la rupia. Y en esta rebeldía, mención especial para la indoblegable Venezuela, sufridora de un Guaidó y un bloqueo miserable. No olvido a mi amada Cuba, espoleada y grande.

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