Precisamos a gente auténtica, despierta y libre de dogmas; un ejército de activistas velando por la transparencia y desvelando los tintes con los que maquillan la apariencia para seducirnos.

2023-01-15


Mucha gente no es consciente de que el mundo que vemos, que sentimos, que vivimos, no es exactamente la realidad que hay ahí fuera. Confundimos lo que vemos y escuchamos, olvidamos las cosas, las reformulamos y las malinterpretamos. Investigadores de la Universidad de California en Berkeley han descubierto que los seres humanos presentan grandes diferencias sobre como perciben las cosas del mundo. Si a todo ello le aplicamos nuestra particular experiencia y emociones nos hallamos ante tantas realidades como personas. Para asegurar todo ello e identificar las falsas apariencias observemos con más detalle.

Estas limitaciones forman parte de nuestra naturaleza y no han impedido el extraordinario desarrollo humano y social producido. Todo estaría en orden si no fuera por su utilización interesada en todos los ámbitos del mundo en el que vivimos; sociedad, política, redes, comunicaciones, publicidad, propaganda, comercio, legislación, justicia…

Solo en la concreción de los distintos entornos ya percibimos la dificultad para encontrar lo verdaderamente auténtico en su constitución. Cuántas veces nos han frustrado las expectativas en nuestras interacciones con ellos. Por ello todos se empeñan o nos empeñamos en garantizar la supuesta verdad sobre lo que exponemos; ya sean perfiles, imágenes, ideas o mercancías. Muchas personas o entidades dedican una ingente cantidad de tiempo y recursos para conseguir valoraciones y opiniones favorables a sus bienes o servicios, intentando así garantizar una realidad, muchas veces reducida a mera apariencia. Cuidado con dejarnos llevar por ella, no son de fiar.

Precisamos a gente auténtica, despierta y libre de dogmas; un ejército de activistas velando por la transparencia y desvelando los tintes con los que maquillan la apariencia para seducirnos.

John Dewey, importante filósofo social americano, sostuvo que las formas democráticas tienen escasa entidad cuando en los países; la producción, comercio y medios de comunicación están dominada por tiranías privadas en un sistema que él denominó “feudalismo industrial”, en el que la ciudadanía trabajadora está subordinada al control de los directivos y la política se convierte en la sombra de las grandes empresas sobre la sociedad.

La política, esa hermosa ciencia sobre el bien común, se ha convertido en uno de los ámbitos más pervertidos en la utilización de falsas apariencias y en la ocultación interesada de realidades cuando estás pueden comprometer la integridad de sus representantes. A pesar de su descrédito y debido a la escasa cultura política de una gran parte de la ciudadanía seguimos legitimando esta farsa. Busquemos auténticos recursos para no errar en nuestra elección.


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