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“La gran dificultad para proponer alternativas a la deriva, con tintes de involución que está aconteciendo en nuestro incierto mundo, parece ser un acuerdo generalizado entre intelectuales, pensadores y observadores de... |
2023-06-04
La gran dificultad para proponer alternativas a la deriva, con tintes de involución que está aconteciendo en nuestro incierto mundo, parece ser un acuerdo generalizado entre intelectuales, pensadores y observadores de la realidad sociocultural y económica.
Muchas personas viven sumidas en estados de ánimo determinados por la frustración y la indiferencia al no encontrar sentido a su vida. Impotentes para cambiar su destino, son presa fácil de la omnipotente agresividad de los mercados y el consumo inconsciente de inútiles bienes y servicios. Consumidores impulsivos, sobre todo, de mentiras reconfortantes como antídoto de la triste realidad que padecen.
Podemos hacer algo más y para ello debemos cuanto antes revisar el estado de nuestra conciencia, únicamente desde ella podemos encontrar alternativas. Observemos está reflexión.
«¿Podemos adoptar un sistema educativo que nos ayude a ser amables y valientes, tolerantes y decididos, confiados, aunque realistas, y sabios y generosos en lugar de listos y egoístas? ¿Podemos permitirnos que los principios creativos guíen nuestro comportamiento y nuestros actos cotidianos? ¿Seremos capaces de dejar de inculcar a nuestros hijos prejuicios y temores? ¿Podemos eliminar la violencia y la brutalidad de las pantallas, los libros, los pensamientos y las ambiciones? ¿O acaso es ésta nuestra forma de prepararnos para sobrevivir a las catástrofes que nos aguardan?».
Grandes preguntas, que a la vez constituyen auténticos retos: «Quizás podamos provocar una revolución en la conciencia, generando y propiciando nuevas actitudes y creencias que impregnen nuestros pensamientos y nuestras acciones e instituciones. La dirección que deberíamos emprender es clara. Lo tenemos todo: los medios y el entendimiento, incluso la fuerza de las manos, la mente y el corazón. ¿Qué es lo que falta? Necesitamos descartar el aletargamiento y los hábitos de pensamiento nefastos, la mentalidad de cabeza de turco y los prejuicios. Necesitamos un cierto grado de obligaciones, una gran dosis de inspiración y un reconocimiento inmediato de la profunda satisfacción que se siente al ver a niños felices, tener amigos de confianza por todo el mundo, vencer nuestros temores, disfrutar del placer decisivo de una vida creativa, aprender cosas nuevas y experimentar la sensación sublime de ver lo mucho que podemos conseguir para nosotros, para los demás y el bien común.»
Este texto de Yehudi Menuhin fue publicado como epílogo de un libro esencial para todo aquel que quiera sumarse a la reflexión sobre el presente y lo que está en nuestras manos hacer para remediar las consecuencias adversas de su deriva. Este libro lleva por título La revolución de la conciencia. Ama.
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