"El tener buenas relaciones sociales, el disfrutar de un buen descanso y estar libre de presiones, ansiedad y estrés, optimiza el pensamiento divergente."
2023-03-12
J.P. Guilford, en los años 60, definió el pensamiento divergente como un método de pensamiento que el cerebro utiliza para generar ideas creativas, al explorar todas las posibles soluciones de cómo enfrentar cada circunstancia o problema. En cambio, el pensamiento convergente busca solo la respuesta correcta atendiendo solo a la lógica, es más conservador y evita cualquier riesgo.
Empeñados por descubrir lo que sigue oculto, nos topamos con una nueva y a la vez extraña dualidad; sobre cómo operan nuestros procesos mentales para explorar respuestas y desafíos ante las necesidades de nuestro humano transitar.
Pensamientos divergentes o convergentes no son una buena o menos buena práctica, ni mucho menos contrarias; solo diferentes; ambas adecuadas según la cuestión que debamos afrontar. Encontramos en su estudio, también en este comportamiento humano, como la sociedad influye en su desarrollo al margen de nuestra conciencia; promocionando más el modo convergente al divergente; quizás por aquello de que el liderazgo en la evolución desde la innovación y el conocimiento debe estar bajo control.
El desarrollo humano producido a lo largo de la historia jamás hubiera sido posible atendiendo solo a lo establecido y lógico. El pensamiento divergente es encontrado entre las personas con rasgos de personalidad tales como: inconformismo, curiosidad, persistencia y voluntad de asumir riesgos en la búsqueda constante de nuevas soluciones a los problemas de siempre.
Los niños ejemplifican de manera natural un comportamiento divergente; muy creativo, alegre y original; inventan y transforman continuamente su vida a cada momento; transforman el lenguaje modificando las palabras, introduciendo gestos, trabalenguas y creando de la nada increíbles juegos; asociando los objetos y las ideas más sencillas y a la vez extravagantes. El sistema educativo, en cambio, promueve más las actitudes convergentes. Los alumnos no deberían limitarse solo a dar con la respuesta correcta; el objetivo es que sean capaces de crear y sugerir nuevas preguntas, potenciando sus valores innatos y no atrofiándolos.
Nina Lieberman demuestra cómo el pensamiento divergente va de la mano de la alegría, del optimismo y el bienestar interior. El tener buenas relaciones sociales, el disfrutar de un buen descanso y estar libre de presiones, ansiedad y estrés, optimiza el pensamiento divergente. Einstein decía que la creatividad es la inteligencia divirtiéndose.
Si queremos ser eficaces en nuestras resoluciones, seamos convergentes ante situaciones que requieran una solución rápida y dispongamos de una mente abierta en la búsqueda de nuevas posibilidades desde una actitud divergente. Crea.
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