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Nuestra primera responsabilidad social debería ser el apoyo, sin fisuras, a la promoción y el acceso de todos a los derechos humanos y los programas de protección social. Dando ejemplo, sobre… |
2023-05-07
Nuestra primera responsabilidad social debería ser el apoyo, sin fisuras, a la promoción y el acceso de todos a los derechos humanos y los programas de protección social. Dando ejemplo, sobre todos, aquellos que han conquistado los beneficios de una ciudadanía plena, es decir, los incluidos sociales.
Vamos a intentar hacer un ejercicio de observación interior; seamos conscientes de como pensamos, opinamos y actuamos al respecto, dejando un poco al margen, por ahora, a instituciones y políticas.
Los incluidos sociales son las personas responsables del funcionamiento de la estructura social y sus funciones. Por lo general, la población mejor formada y con acceso garantizado, público o privado, a la salud, la educación, el trabajo y la vivienda; disciplinados y garantes de la moral imperante y el orden establecido.
Desde hace unas décadas este modelo de estado de bienestar está amenazado a causa de su supuesta inviabilidad económica. Una parte importante de la población está siendo excluida y otra amenazada. En cambio, una minoría ha visto incrementada su riqueza exponencialmente. Esta minoría está ejerciendo una influencia determinante en la población incluida para garantizar la estabilidad que requieren los estados en el mantenimiento de una determinada cultura consumista y desigual. Esta influencia llega a ser tan efectiva como perversa, consiguiendo incluso desviar las causas de las supuestas crisis hacia aquellas personas que sufren sus efectos perniciosos; víctimas, ahora también, de discursos de odio.
Personas pobres, inmigrantes, gitanas, mujeres, menores extranjeros, entre otros, suelen ser el blanco de mentiras, calumnias, alerta social o discriminación.
Según la Unesco, tanto en línea como fuera de ella, el discurso del odio ataca personalmente a las personas y las deshumaniza, así como a los pueblos en función de su identidad, y esto ocurre a menudo por parte de actores que buscan un beneficio político. Estas actitudes están generando un ámbito social cada vez más dividido y violento.
Piensa e infórmate antes de compartir; aprende a distinguir cuáles son los valores sagrados y cuáles no. Quizá este sea el momento de plantearse si queremos una sociedad donde nos excluyamos unos a otros por la defensa de ideologías, creencias o nacionalismos cuya importancia es cuestionable. Las relaciones grupales son la mejor forma de comprender, respetar y promover la diferencia. Da ejemplo de tolerancia sobre todo a niños y jóvenes.
Heráclito dijo: “Día a día, lo que eliges, lo que piensas, y lo que haces, es en quien te conviertes”.
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