25-09-2022

En este mundo tan moderno sobra algo de las muchas cosas que sobran, el ahogo, el ruido, la ansiedad, el estrés… metidos en esta lucha donde tantas cosas aceptamos, ya parece ser como una enfermedad de nuestro tiempo. Tenemos un estrés que nos ata y no conseguimos desconectar. El trabajo, los problemas de cada día son seguramente responsable en la mayor parte de nuestros conflictos personales, tanto físicos como internos, que nos destruyen la paz interior.

Estos se agravan más en la juventud, porque la vida arrastra a una velocidad compuesta por necesidades que no todos las pueden alcanzar y de eso viene el estrés en que vivimos, sin silencio, como si tuviéramos un metrónomo siempre acelerando a nuestra vida. Todos estos momentos y trastornos; siempre asociados al estrés. Con esto llenamos nuestra mochila diaria. Pues bien, existe una razón muy clara, hay que desconectar este ritmo de vida para dar paso al silencio, un paso a lo más simple; fijarse en una flor o simplemente ver la naturaleza, con su paciencia infinita, sin estrés y como alcanza el ritmo de la vida, o el mundo animal, con esa paciencia sin medir el tiempo, sin reloj, lejos de obligaciones y de situaciones penosas generadoras de estrés. Qué sencillo parece verdad si no tuviéramos un mundo donde solo el valor está en lo económico, en la conquista y en el narcisismo. De no ser así todo sería diferente.


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