9-10-2022
Un hecho de los más importantes de la vida es tomar la decisión de casarse, decisión más o menos acertada, en base a un deseo que llene tu vida junto a una persona amada. Ahora empiezas a gozar de un estado de felicidad, como un ermitaño en su silencio, hasta el punto de olvidar el gran mundo donde solo gozas de tu pareja y te hundes en un mar compartiendo todo, y dulce, de la elección de tu vida.
Amar sí, un amor maduro, un mismo proyecto de vida y el deseo de siempre: ver feliz a la persona amada. Con el tiempo los amores también necesitan cuidarse, y no dejar que el tiempo los cristalice, amor es una mirada, un detalle, una flor, un silencio, todo; es amor. Si cada uno de los dos no ama, no posee la necesaria fuerza para tener la seguridad en sí mismo y una fuerte autonomía de sentirse feliz dentro de esa unión, sin necesidad de nadie, siendo así como estarás lleno, internamente, para una relación duradera y gratificante. Lo deseable y sano es cómo pudiendo estar en paz solo contigo mismo, sin tener la sensación de sentirte un ser desgraciado y desesperado, tomas la decisión de enriquecer tu vida compartiéndola con otra persona, para hacerla feliz. Si tú llevas dentro esa paz y esa felicidad, será muy fácil transmitir felicidad a la otra persona. Vive y deja vivir sin necesidad del estado de alarma. El amor es siempre respetuoso, sino no es amor.
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