03-07-2022
Cualquier persona que se nos cruce por la calle, que conozcamos desde hace tan sólo unos días o de toda la vida y sea cual fuere su edad y formación, puede enseñar algo más sabio y con mayor motivo, a personas corrientes como usted o como yo. Cuantas cosas nos enseñan los niños, ¿cómo aprendemos de los animales?
Qué podemos decir de esas personas sencillas, cargadas de años y de experiencia, que no tienen títulos académicos, pero que son auténticos pozos de sabiduría porque son alumnos aventajados de la más difícil de las escuelas que es la vida. Cómo enseña el dolor, cuánto se aprende, incluso de los miserables que te desprecian y te hacen no solo el vacío, sino la vida imposible. Cómo se aprende del enemigo, no hay que entrar en su juego ni permitir que sus maldades minen tu autoestima, tus capacidades o tus deseos e ilusión por seguir preparándote en la medida de tus posibilidades. Sí, hace falta humildad y sabiduría para aprender incluso de la actitud de quienes pretenden hacernos desgraciados, también es necesario ser humildes para aprender le los seres más cercanos y queridos. A veces tenemos los mejores maestros en nuestro hogar y andamos por ahí perdiendo el tiempo en busca de personas extrañas que suponemos, erróneamente como más hábiles y capaces, aprender de todos y desde luego no abandonar jamás la escuela de la vida.
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